Fuente: Palabras de las nuestras por la poeta Felisa Paz
Gentilicio
Fuentelarqueños/as
A
Achombao.- Adjetivo. Curvado, cimbrado.
Relativo a la madera u otro material que por sostener más peso del que puede resistir, con el tiempo, suele cimbrarse o curvarse pudiendo llegar a caer.
- Se nos va a jundir el techo, fíjate en los maderos, están ya achombaos.
Afuscarse.-Verbo. Enfadarse, escamarse.
Personas que por su carácter suelen enfadarse por cualquier motivo, por creer que lleva doble intención, tomarlo todo por donde quema.
- Mi vecina Pepa me dejó de hablar, sólo porque le dije que cuando se arreglaba estaba muy guapa, creyó que le quería decir que al natural estaba fatal. Se afuscó, me insultó y salió dando un portazo.
Ageró.- Sustantivo. Semblante desagradable, mal encarado.
Personas que suelen llevar expresión avinagrada, cara de pocos amigos.
- Anda que ese pobre, el marío de la pocaspecas, ¡que ageró lleva siempre! Parece que está siempre estreñío.
Andarandique.-Sustantivo. Andar rápido y repetido.
Andar y desandar, rápido, un trayecto corto, repetidas veces durante un espacio de tiempo limitado.
- Hijo, quieres dejar ese ir y venir, me estás mareando con el andarandique del demonio.
Apejiñar.-Verbo. Agrupar. Juntar.
Juntarse mucha gente, animales o cosas, en un recinto de insuficiente capacidad, quedando apretujados e incómodos.
- Fue tanta gente a la boda de la Dolores que en el baile estaban apejiñaos.
- Mi Juanito tenía tantos gusanos de seda, en esa caja de zapatos, que los pobres estaban apejiñaos, apejiñaos.
Apitío.- Sustantivo. Grito. Llamada.
Grito agudo, que se emplea generalmente para llamar a alguien desde lejos.
-Amalia, cuando vayas a tu huerta, dame un apitío, que iré contigo para ayudarte a coger los tomates.
- Este niño me tiene los oídos atronaos, con los apitíos que pega.
Aplanchujar.- Verbo. Aplastar. Aplanar.
Apretar con fuerza, persona o cosa, con un objeto plano semejante a una plancha y dejarlo aplastado.
- Puse el pan en una silla, se me olvidó y cuando volví estaba totalmente aplanchujao.
- El otro día, un conejo, atravesó la carretera, y un camión lo dejó aplanchujaito.
Arrastrapastos.-Adjetivo. Desordenado. Desastroso.
Dícese de la persona desordenada y lenta al andar, que al mismo tiempo arrastra los pies llevándose enganchado lo que encuentra en su camino.
- Este muchacho no se a quien habrá salido, parece hijo de padres viejos, va arrastrando los pies y le cuelga la ropa por todos lados, ¡qué arrastrapastos está hecho!
Asomatraspón.- Verbo. Adjetivo. Asomar y trasponer.
Dícese del que va ocultándose de una pared en otra, o de esquina en esquina asomándose y escondiéndose, para no ser visto, hasta llegar al lugar deseado.
- Me fui detrás de ella a asomatraspón, para que no se diera cuenta y pude contemplar su encuentro con él.
Atorrullarse.- Verbo. Confundirse. trastornarse.
Persona que debido a la prisa o al coincidir diferentes circunstancias, coge tal estado de nervios que no atina con lo que hace.
- Me puse tan nerviosa que me atorrullé y no daba con la salida.
Atranquijo.-Sustantivo. Sin sujeción. Sin dominio.
Personas que actúan sin control, sin pensar en las consecuencias de sus actos.
- Esa chica va a lo loco, no tiene atranquijo ni por el pescuezo.
Relativo a la madera u otro material que por sostener más peso del que puede resistir, con el tiempo, suele cimbrarse o curvarse pudiendo llegar a caer.
- Se nos va a jundir el techo, fíjate en los maderos, están ya achombaos.
Personas que por su carácter suelen enfadarse por cualquier motivo, por creer que lleva doble intención, tomarlo todo por donde quema.
- Mi vecina Pepa me dejó de hablar, sólo porque le dije que cuando se arreglaba estaba muy guapa, creyó que le quería decir que al natural estaba fatal. Se afuscó, me insultó y salió dando un portazo.
Personas que suelen llevar expresión avinagrada, cara de pocos amigos.
- Anda que ese pobre, el marío de la pocaspecas, ¡que ageró lleva siempre! Parece que está siempre estreñío.
Andar y desandar, rápido, un trayecto corto, repetidas veces durante un espacio de tiempo limitado.
- Hijo, quieres dejar ese ir y venir, me estás mareando con el andarandique del demonio.
Juntarse mucha gente, animales o cosas, en un recinto de insuficiente capacidad, quedando apretujados e incómodos.
- Fue tanta gente a la boda de la Dolores que en el baile estaban apejiñaos.
- Mi Juanito tenía tantos gusanos de seda, en esa caja de zapatos, que los pobres estaban apejiñaos, apejiñaos.
Grito agudo, que se emplea generalmente para llamar a alguien desde lejos.
-Amalia, cuando vayas a tu huerta, dame un apitío, que iré contigo para ayudarte a coger los tomates.
- Este niño me tiene los oídos atronaos, con los apitíos que pega.
Apretar con fuerza, persona o cosa, con un objeto plano semejante a una plancha y dejarlo aplastado.
- Puse el pan en una silla, se me olvidó y cuando volví estaba totalmente aplanchujao.
- El otro día, un conejo, atravesó la carretera, y un camión lo dejó aplanchujaito.
Dícese de la persona desordenada y lenta al andar, que al mismo tiempo arrastra los pies llevándose enganchado lo que encuentra en su camino.
- Este muchacho no se a quien habrá salido, parece hijo de padres viejos, va arrastrando los pies y le cuelga la ropa por todos lados, ¡qué arrastrapastos está hecho!
Dícese del que va ocultándose de una pared en otra, o de esquina en esquina asomándose y escondiéndose, para no ser visto, hasta llegar al lugar deseado.
- Me fui detrás de ella a asomatraspón, para que no se diera cuenta y pude contemplar su encuentro con él.
Persona que debido a la prisa o al coincidir diferentes circunstancias, coge tal estado de nervios que no atina con lo que hace.
- Me puse tan nerviosa que me atorrullé y no daba con la salida.
Personas que actúan sin control, sin pensar en las consecuencias de sus actos.
- Esa chica va a lo loco, no tiene atranquijo ni por el pescuezo.
B
Barbilla.- Sustantivo.
En nuestro pueblo una, barbilla, no es la parte inferior de la cara, este nombre se lo aplicamos, desde siempre, a un animal que criándose en las mismas condiciones que sus hermanos no crece ni engorda como ellos, destacando por su pequeñez al lado de los otros.
- Habéis visto, mi cochina crió doce guarrinos, todos preciosos, menos aquel escuchimizao que es la barbilla.
Barrero.- Sustantivo.
Utensilio de fabricación casera, consistía en un palo largo con un trapo gordo, prendido en una punta. Se utilizaba, mojándolo, para barrer o limpiar de brasas y cenizas, el horno caliente, así poder meter el pan para su cocción. Cuando el pan se hacía en las casas.
Belloto.- Adjetivo.
De uso popular, sin ánimo ofensivo. Se atribuye a las personas nacidas en Extremadura, sobretodo en la provincia de Badajoz, por ser ésta gran productora de bellotas.
- Oye, no sé por qué me parece que tú eres de Badajoz, o sea belloto.
- Pues a mí me parece que tú eres de Cáceres, o sea mangurrino.
Berrendo. –Sustantivo.
En términos taurinos: berrendo, es un toro con la piel de dos colores. Nosotros llamamos berrendo a un abrigo gordo, que te asa de calor.
- Hija, espera que me quite el berrendo este, que entre ir cuesta arriba y el calor que mete voy gargueando.
Birrete.- Sustantivo.
En algunos diccionarios aparece como bonete de los curas. Nosotros lo empleamos para expresar un espacio de tiempo cortísimo, en un momento.
- Fui a dar el recado en un birrete.
- Hoy, como me quería ir al cine hice la comida en un birrete.
Boliche.- Sustantivo.
Especie de pirámide de leños de encina que los carboneros y leñadores hacían para obtener carbón.
Colocando ordenadamente los leños, unos al lado de los otros, en vertical, y otros encima de aquellos hasta conseguir la pirámide. Después cubierta de tierra, con sólo dos pequeñas aberturas a ras de suelo, por ellas podían prenderle fuego y después les servían para regular la ventilación, con el fin de que saliesen hechos carbón y no ceniza.
Borboja. Sustantivo.
Ese abolsamiento lleno de líquido, que se forma en la piel, ocasionado por efecto de una quemadura, roce del zapato o algún otro objeto que presione y roce persistentemente, es para nosotros, una borboja.
- Como llega la Semana Santa me lié esta mañana a hacer unos gañotes, me saltó aceite caliente y mira que buena borboja me ha salido.
Boquijo. -Sustantivo.
A veces, por deformación botijo
Utensilio hecho de cualquier palo pequeño, con una hendidura en cada extremo donde se ata una cuerda, normalmente de guita. El palo debidamente pelado y refinado, se introduce en la boca de los chivos o borregos sujetándolo con las cuerdas por detrás de los cuernecillos, de esta forma se consigue que el animal sólo pueda mamar cuando el amo haya ordeñado a su madre.
- Niño, ponle el boquijo a los chivos, antes que llegue el cabrero con las cabras.
En nuestro pueblo una, barbilla, no es la parte inferior de la cara, este nombre se lo aplicamos, desde siempre, a un animal que criándose en las mismas condiciones que sus hermanos no crece ni engorda como ellos, destacando por su pequeñez al lado de los otros.
- Habéis visto, mi cochina crió doce guarrinos, todos preciosos, menos aquel escuchimizao que es la barbilla.
Utensilio de fabricación casera, consistía en un palo largo con un trapo gordo, prendido en una punta. Se utilizaba, mojándolo, para barrer o limpiar de brasas y cenizas, el horno caliente, así poder meter el pan para su cocción. Cuando el pan se hacía en las casas.
- Oye, no sé por qué me parece que tú eres de Badajoz, o sea belloto.
- Pues a mí me parece que tú eres de Cáceres, o sea mangurrino.
En términos taurinos: berrendo, es un toro con la piel de dos colores. Nosotros llamamos berrendo a un abrigo gordo, que te asa de calor.
- Hija, espera que me quite el berrendo este, que entre ir cuesta arriba y el calor que mete voy gargueando.
En algunos diccionarios aparece como bonete de los curas. Nosotros lo empleamos para expresar un espacio de tiempo cortísimo, en un momento.
- Fui a dar el recado en un birrete.
- Hoy, como me quería ir al cine hice la comida en un birrete.
Especie de pirámide de leños de encina que los carboneros y leñadores hacían para obtener carbón.
Colocando ordenadamente los leños, unos al lado de los otros, en vertical, y otros encima de aquellos hasta conseguir la pirámide. Después cubierta de tierra, con sólo dos pequeñas aberturas a ras de suelo, por ellas podían prenderle fuego y después les servían para regular la ventilación, con el fin de que saliesen hechos carbón y no ceniza.
Ese abolsamiento lleno de líquido, que se forma en la piel, ocasionado por efecto de una quemadura, roce del zapato o algún otro objeto que presione y roce persistentemente, es para nosotros, una borboja.
- Como llega la Semana Santa me lié esta mañana a hacer unos gañotes, me saltó aceite caliente y mira que buena borboja me ha salido.
A veces, por deformación botijo
Utensilio hecho de cualquier palo pequeño, con una hendidura en cada extremo donde se ata una cuerda, normalmente de guita. El palo debidamente pelado y refinado, se introduce en la boca de los chivos o borregos sujetándolo con las cuerdas por detrás de los cuernecillos, de esta forma se consigue que el animal sólo pueda mamar cuando el amo haya ordeñado a su madre.
- Niño, ponle el boquijo a los chivos, antes que llegue el cabrero con las cabras.
C
Cachorreñas.- Sustantivo.
Actitud o forma de ser lenta y pausada, de algunas personas que parece que no conocen la prisa, aunque en su interior exista cierto nerviosismo.
- Voy a comprar pepinos pa’ mi gazpacho, a casa de la Ramona, a ver si ha llegao ya su marío de la calerilla, que ese no se va a morir nunca con las cachorreñas que gasta.
Calufrar.- Verbo.
Ver o entrever algo que no está muy a la vista, o un poco en secreto.
- Eso que le ha pasao a la cuñá de la “resuelta”, yo lo calufré al momento pues ayer escuché, sin querer, una conversación y lo comentaban con mucho sigilo.
Cambucal.- Sustantivo.
Dícese de los terrenos agrestes, oscuros y con grandes desigualdades que hacen difícil y arriesgado el paso por ellos.
- Mira hijo, cuando lleves las cabras al cortijo vete por el camino, aunque des más rodeo, no te metas por esos cambucales del otro día que puedes tener algún accidente.
Cangui.- Sustantivo.
Tener mucho miedo, verdadero pánico de algún ser o lugar, también de una situación difícil o comprometida.
- Fíjate Antonio, al tío Ignacio le da tanto cangui el agua que cuando va a destapar la alberca se pone el capote.
Carajote.- Sustantivo.
Estar atolondrado, torpe o despistado, normalmente se aplica cuando estos síntomas se detectan en personas de cierta edad.
- Has visto qué ocurrencias tiene nuestro vecino Quico, ya está carajote y chochea, es que ya tiene sus añitos.
Carnaca.- Sustantivo
Carne en cantidad y de poca calidad, llena de grasas, telas y ternillas por todas partes. También se aplica cuando a alguna persona le sobran muchos kilos.
- Por qué has consentido que el carnicero te eche esta carnaca tan mala, no tendría otra con más grasa y tendones, además de dura, la cabra tendría más años que su abuela.
- ¡Anda que la madre de la Saturnina se ha puesto de gorda! Le caen unas carnacas de la barriga ...
Carrigüela o corrivuela. - Sustantivo.
Planta herbácea de hoja redondilla y fina, de una sola raíz salen muchas ramillas que se extienden a ras de tierra formando, unas con otras, un enrejado, es difícil de desemillar, se cría en las huertas y los trigales y solía ser la pesadilla de los hortelanos y agricultores.
- Bajaré hoy al guerto a coger un saco de carrigüela pa’ los conejos, que sino me lo va a invadir.
Cascaretazo.- Sustantivo.
Golpe que se recibe en la cabeza cuando se da un topetazo con algún objeto duro que le produce dolor y muchas veces un chichón o, a nuestro modo, “chinchón.”
- Mira estaba agachao y al levantarme le di un cascaretazo al borde de la mesa que vi las estrellas, fíjate el “chinchón” que me salió
Cípiripanda.- Sustantivo.
Alboroto de voces y otros sonidos por discusión de muchas personas a la vez, por celebración de una fiesta u otras circunstancias.
- Ayer fui a la boda de la Rosi y en el banquete fue el no va más, unos contaban chistes, otros dando carcajadas, otros dando vivas a los novios, total que formamos una cipiripanda que no veas, nos lo pasamos bomba.
Ciquilitroque.- Sustantivo.
Juego de cartas muy divertido, se ha de echar la carta del palo que esté en la mesa, si no tiene robará de la baraja, gana el numero más alto salvo determinadas cartas con jerarquía. Al perdedor se le ha de castigar dándole el ciquilitroque, consistente en revisar las cartas que le quedaron aplicándole el castigo que cada una indica, un pellizco, otras darle palmadas en la espalda cantándole el “ciquilitroque” con algún tironcillo de pelo.
Cobujón.- Sustantivo.
Hueco en forma de cono, ya sea hecho de tela, de cartón, de esparto u otras materias. El serón era y es, aunque esté en desuso, un aparejo de esparto que acoplado al lomo de un burro o caballo sirve para transportar tierra o cualquier materia, si se llenan los dos “cobujones” que cuelgan uno a cada lado del animal.
- José trajo un cesto de tomates en cada cobujón del serón.
Cojombro.- Sustantivo.
Planta muy similar a una cebolla pequeñita, su cabeza del tamaño de un garbanzo es comestible y proporciona muy buen sabor, se crían en las lindes y macizos de yerbas, sus dos hojas se reconocen entre las demás por ser parecidas a las de la cebolla pero en miniatura.
- Ayer, en el terraplén de la vía cogimos cojombros, "jinojos" y acederas.
Corcuño.- Sustantivo.
Estado en que queda cualquier tela que teniendo un desgarro, con perdida de tejido, se le hace un cosido o zurcido juntando los bordes del roto, queda cerrado el agujero, pero la tela encogida y con una serie de arrugas, a eso le llamamos nosotros “corcuño”.
- Los calcetines que llevo hoy me hacen daño, pues al zurcirlos los has dejao con un corcuño como el cerrajón.
Cuajarejas.- Sustantivo.
Denominamos así, en sentido figurado, a las vísceras del cuerpo, del ser humano o animal, se deduce al usar el dicho popular: no tiene tripas ni cuajarejas.
- La hija de la Joaquina está como un fideo, vamos que no tiene ni tripas ni cuajarejas.
Cucona.- Sustantivo, adjetivo.
Dícese de la mujer cuyos movimientos son lentos en sus quehaceres y al andar, algo torpe y olvidadiza, dando la sensación de no tener prisa jamás.
- Fíjate, ayer la Fernanda llegó a la consulta una hora después de haber acabado, no se despertó de la siesta, qué cucona está hecha la amiga.
Actitud o forma de ser lenta y pausada, de algunas personas que parece que no conocen la prisa, aunque en su interior exista cierto nerviosismo.
- Voy a comprar pepinos pa’ mi gazpacho, a casa de la Ramona, a ver si ha llegao ya su marío de la calerilla, que ese no se va a morir nunca con las cachorreñas que gasta.
Ver o entrever algo que no está muy a la vista, o un poco en secreto.
- Eso que le ha pasao a la cuñá de la “resuelta”, yo lo calufré al momento pues ayer escuché, sin querer, una conversación y lo comentaban con mucho sigilo.
Dícese de los terrenos agrestes, oscuros y con grandes desigualdades que hacen difícil y arriesgado el paso por ellos.
- Mira hijo, cuando lleves las cabras al cortijo vete por el camino, aunque des más rodeo, no te metas por esos cambucales del otro día que puedes tener algún accidente.
Tener mucho miedo, verdadero pánico de algún ser o lugar, también de una situación difícil o comprometida.
- Fíjate Antonio, al tío Ignacio le da tanto cangui el agua que cuando va a destapar la alberca se pone el capote.
Estar atolondrado, torpe o despistado, normalmente se aplica cuando estos síntomas se detectan en personas de cierta edad.
- Has visto qué ocurrencias tiene nuestro vecino Quico, ya está carajote y chochea, es que ya tiene sus añitos.
Carne en cantidad y de poca calidad, llena de grasas, telas y ternillas por todas partes. También se aplica cuando a alguna persona le sobran muchos kilos.
- Por qué has consentido que el carnicero te eche esta carnaca tan mala, no tendría otra con más grasa y tendones, además de dura, la cabra tendría más años que su abuela.
- ¡Anda que la madre de la Saturnina se ha puesto de gorda! Le caen unas carnacas de la barriga ...
Planta herbácea de hoja redondilla y fina, de una sola raíz salen muchas ramillas que se extienden a ras de tierra formando, unas con otras, un enrejado, es difícil de desemillar, se cría en las huertas y los trigales y solía ser la pesadilla de los hortelanos y agricultores.
- Bajaré hoy al guerto a coger un saco de carrigüela pa’ los conejos, que sino me lo va a invadir.
Golpe que se recibe en la cabeza cuando se da un topetazo con algún objeto duro que le produce dolor y muchas veces un chichón o, a nuestro modo, “chinchón.”
- Mira estaba agachao y al levantarme le di un cascaretazo al borde de la mesa que vi las estrellas, fíjate el “chinchón” que me salió
Alboroto de voces y otros sonidos por discusión de muchas personas a la vez, por celebración de una fiesta u otras circunstancias.
- Ayer fui a la boda de la Rosi y en el banquete fue el no va más, unos contaban chistes, otros dando carcajadas, otros dando vivas a los novios, total que formamos una cipiripanda que no veas, nos lo pasamos bomba.
Juego de cartas muy divertido, se ha de echar la carta del palo que esté en la mesa, si no tiene robará de la baraja, gana el numero más alto salvo determinadas cartas con jerarquía. Al perdedor se le ha de castigar dándole el ciquilitroque, consistente en revisar las cartas que le quedaron aplicándole el castigo que cada una indica, un pellizco, otras darle palmadas en la espalda cantándole el “ciquilitroque” con algún tironcillo de pelo.
Hueco en forma de cono, ya sea hecho de tela, de cartón, de esparto u otras materias. El serón era y es, aunque esté en desuso, un aparejo de esparto que acoplado al lomo de un burro o caballo sirve para transportar tierra o cualquier materia, si se llenan los dos “cobujones” que cuelgan uno a cada lado del animal.
- José trajo un cesto de tomates en cada cobujón del serón.
Planta muy similar a una cebolla pequeñita, su cabeza del tamaño de un garbanzo es comestible y proporciona muy buen sabor, se crían en las lindes y macizos de yerbas, sus dos hojas se reconocen entre las demás por ser parecidas a las de la cebolla pero en miniatura.
- Ayer, en el terraplén de la vía cogimos cojombros, "jinojos" y acederas.
Estado en que queda cualquier tela que teniendo un desgarro, con perdida de tejido, se le hace un cosido o zurcido juntando los bordes del roto, queda cerrado el agujero, pero la tela encogida y con una serie de arrugas, a eso le llamamos nosotros “corcuño”.
- Los calcetines que llevo hoy me hacen daño, pues al zurcirlos los has dejao con un corcuño como el cerrajón.
Denominamos así, en sentido figurado, a las vísceras del cuerpo, del ser humano o animal, se deduce al usar el dicho popular: no tiene tripas ni cuajarejas.
- La hija de la Joaquina está como un fideo, vamos que no tiene ni tripas ni cuajarejas.
Dícese de la mujer cuyos movimientos son lentos en sus quehaceres y al andar, algo torpe y olvidadiza, dando la sensación de no tener prisa jamás.
- Fíjate, ayer la Fernanda llegó a la consulta una hora después de haber acabado, no se despertó de la siesta, qué cucona está hecha la amiga.
CH
Chamborcar.- Verbo. Hacer que algo se malogre, hacer fracasar a otra persona su proyecto.
- Como hacia un tiempo tan bueno lo teníamos todo preparado para ir a roar los jornazos a la judía, pero el dichoso tiempo nos chamborcó los planes, pues salió el día de agua de la mañana a la noche.
Chilanco.- Sustantivo.
Llamamos así a cualquier cobertizo, casilla o enramada, mal hecha, que generalmente es para guardar herramientas.
- Vengo tan tarde porque me enredé a hacer un chilanco para guardar las herramientas.
Chirriflío.- Sustantivo.
Grito tan fuerte, agudo y prolongado que hace retemblar los tímpanos molestando profundamente, como un silbato de árbitro.
- Calla, niño, que me tienes los oídos atronaos con esos chirriflíos.
Chomino.- Sustantivo.
Es un nombre más de los muchos que se le suelen dar a los genitales femeninos, muy usado de nuestro pueblo. Semos asina.
- Mira, Manuela, lo que tú acabas de hacer no se le ocurre ni al que asó la manteca, ahora agárrate el chomino, querida.
Churroso.- Sustantivo calificativo.
Persona o cosa manchada e impregnada de diferentes sustancias, con lo cual queda en un estado lamentable de suciedad.
- Hay que ver este niño, esta mañana lo dejé bien escaspecío, y mira como viene de la escuela to’ churroso.- No sé que tengo en los ojos, me refriego porque no veo y cada vez los tengo más churrosos.
- Como hacia un tiempo tan bueno lo teníamos todo preparado para ir a roar los jornazos a la judía, pero el dichoso tiempo nos chamborcó los planes, pues salió el día de agua de la mañana a la noche.
Llamamos así a cualquier cobertizo, casilla o enramada, mal hecha, que generalmente es para guardar herramientas.
- Vengo tan tarde porque me enredé a hacer un chilanco para guardar las herramientas.
Grito tan fuerte, agudo y prolongado que hace retemblar los tímpanos molestando profundamente, como un silbato de árbitro.
- Calla, niño, que me tienes los oídos atronaos con esos chirriflíos.
Es un nombre más de los muchos que se le suelen dar a los genitales femeninos, muy usado de nuestro pueblo. Semos asina.
- Mira, Manuela, lo que tú acabas de hacer no se le ocurre ni al que asó la manteca, ahora agárrate el chomino, querida.
Persona o cosa manchada e impregnada de diferentes sustancias, con lo cual queda en un estado lamentable de suciedad.
- Hay que ver este niño, esta mañana lo dejé bien escaspecío, y mira como viene de la escuela to’ churroso.- No sé que tengo en los ojos, me refriego porque no veo y cada vez los tengo más churrosos.
D
Diquiera.- Preposición. Hasta.
Nosotros la utilizamos para señalar que aun falta mucho tiempo para algo.
- Diquiera que sea hora de comer me moriré de hambre.
- Mi marío no cobra hasta últimos de mes, estamos a 12 y ya no me queda dinero, diquiera que llegue el 30, no sé cómo me las voy a arreglar.
Desalizarse.- Verbo.
Deshacerse de algo o alguien que te tiene atado u oprimido, física o mentalmente.
- El otro día unos ladrones entraron a robarme, después me dejaron atao a la cama, me desalicé como pude y salí, pero ya habían desapareció.
Nosotros la utilizamos para señalar que aun falta mucho tiempo para algo.
- Mi marío no cobra hasta últimos de mes, estamos a 12 y ya no me queda dinero, diquiera que llegue el 30, no sé cómo me las voy a arreglar.
Deshacerse de algo o alguien que te tiene atado u oprimido, física o mentalmente.
- El otro día unos ladrones entraron a robarme, después me dejaron atao a la cama, me desalicé como pude y salí, pero ya habían desapareció.
E
Empenicar.- Verbo.
Empenicar a alguien o empenicarse: izar a otro o estirarse uno mismo, sobre las puntas de los pies, para alcanzar algo que está más alto de nuestro alcance.
- Ayer mi hijo me se pudo caer por la ventana, yo no creía que alcanzaba pero se empenicó y lo pillé ya encaramao.
Endirgar.- Verbo.
Lo usamos para explicarle a alguien como llegar a un lugar desconocido o como hacer algo que no sabe.
- Si no sabes como se hace el pastel, no te preocupes, empieza a batir los huevos que yo te iré endirgando.
- Ayer me preguntaron unas forasteras como llegar a la ermita de la Virgen del Ara, las endirgué lo mejor que pude.
Enforrunchao.- Adjetivo.
Con este adjetivo queremos decir que alguien está más enfadado de lo normal, furioso y con la cara haciendo vinagre.
- Nunca había visto a mi marío tan enforrunchao como ayer, estuvo to’ el día con un ceño, como si yo tuviese la culpa, los niños decían que si el papa estaba resfriado.
Escacío.- Adjetivo.
Decimos que alguien está escacío cuando está delgado, desnutrido, con muestras de pasar mucha hambre.
- La mayoría de los niños del Tercer mundo mueren de hambre antes de los seis años, los que siguen adelante están escaciitos, y sin poder hacer nada.
Escanganillarse.- Verbo.
Darse un hartón de reír, quedarse sin resuello y cifrá de tanta risa, reír sin poder contenerse.
- No me digas eso que me escanganillo.
- El otro día con la tormenta de granizos, el suelo estaba mu refalizo y un hombre que bajaba por la calle la fuente resfaló y se calló, al intentar levantarse se volvía a caer, así tres o cuatro veces. Nosotras queríamos ayudarle pero no podíamos porque estábamos escanganillás de risa.
Escusandeo.- Sustantivo.
Ir de escusandeo es ir a fisgonear, a meter la nariz allá donde no nos importa casi nada lo que hay que ver, pero por ser tan divertido salir después poniendo las faltas oportunas, nunca nos privamos del placer de ir a escusandear.
- El domingo se casa la hija de la Luciana, mira que la hora, en mitad de la siesta que no apetece, pero iremos a la plaza a verla, total por darle a la pestaña y echar un rato de escusandeo no nos cobran nada.
Escaspecío.- Adjetivo.
Decimos que alguien o algo está escaspecío cuando está tan limpio, que resplandece, hasta el punto que es perceptible sin proponérselo, que salta a la vista.
- Decían que la Adri, por casarse tan joven, no sabría llevar una casa, pues mira si la tiene siempre escaspecía, y su niño va al colegio que no hay otro, de escaspecío que lo lleva.
Esfalagar.- Verbo.
Viene de los haces de bálago, la paja del centeno cortada muy larga que nuestras abuelas y bisabuelas utilizaban para llenar las jergas, que colocaban debajo del colchón de lana en las camas, todo para dormir derechos.
- Hoy tengo mucha tarea, estoy esfalagando los colchones pa’ llenarlos con bálago nuevo.
- Tengo que comprarle a mi marío un sombrero de paja nuevo, el que tiene es del año pasao y está mu’ esfalagao.
Esfolillao.- Adjetivo.
Lo usamos para decir que algo o alguien está destornillao, desecho con cada pieza por su lado, sin posibilita de arreglo.
- No sé como voy a coser estos pantalones si tengo la maquina toa esfolillá.
- El tío Paco, que es solterón, va diciendo que se casó tres veces, el pobre es que está to’ esfolillao.
Esforicao.- Adjetivo.
Lo usamos para decir que algún cacharro: jarrón, cántaro o similar están rotos por la boca, también si alguien tiene mellas en los dientes. Sería más lógico decir: esboricao, pero no, que semos asina.
- En cuanto venga el tío de los pucheros me tendré que comprar un cántaro nuevo, pues este desde que se le rompió la boca está que da asco, to' esforicao, pero no se rompe ni a tiros.
Esgalichao.- Adjetivo.
Con este adjetivo tratamos de expresar, creo que muy acertadamente, que una prenda de ropa está desgastada por los bordes y le cuelgan los por todas partes.
- Fíjate, Manuela, el Federico desde que se quedó viudo va arrastrando los pantalones, mira como los lleva de esgalichaos. Luego dicen que las mujeres no servimos pa’ na’.
Esgargao.- Adjetivo.
Decimos que estamos esgargaos cuando llegamos hartos de andar o trabajar y estamos muy cansados y con mas hambre que un perro, de los de antes por supuesto.
- Vengo andando de la Jayona, de la ermita de la Virgen del Ara, se me olvidó el bocadillo, y entre la jupa de andar y sin comer... fíjate, que vengo esgargá.
Esgarrapar.- Verbo.
Decimos que alguien va esgarrapao cuando lleva la ropa hecha jirones, desgarros por todas partes, siempre con referencia a la ropa.
- Mi marío, ayer, estuvo talando encinas y me trajo los pantalones y la jaqueta esgarrapaitos, vamos, que me veré negra pa’ poderlos coser.
Esguacharrao.- Adjetivo.
Empleamos esta palabra para definir el estado en que queda una persona, animal o cosa, que al caer de una altura considerable, al choque con el suelo, queda estrellado y aplastado sobre él.
- Angelita, fíjate que lástima lo que me pasó ayer: el mejor melón que trajo José de la cerquilla, salió roando y se cayó por la ventana del doblao, claro se esguacharró de tal manera que fue pa’ los guarros.
Eslatigar.- Verbo.
Queremos decir aclarar alguna cuestión en litigio, discutir y exponer razonamientos para deshacer un equívoco.
- Ayer me compré unos zapatos en Llerena, pagué con un billete de 100 € y después de aquí me di cuenta que me dieron la vuelta de 50, así que hoy he tenido que ir a eslatigarlo.
Esmanganillao.- Adjetivo.
Lo usamos para expresar que alguien está tan flojo, que no tiene fuerzas para sostenerse en pie, como la manga vacía de un vestido o chaqueta.
- Mira, hija, no sé cómo boy a acarrear hoy el agua, con lo lejos que coge la fuente y lo esmanganillá que estoy.
Estalaje.- Sustantivo.
Lo utilizamos cuando alguien va vestido de forma estrambótica, tan desordenada que nos sorprende, mucho más si cojea o anda de forma rara.
- Oye, has visto el estalaje que lleva esa forastera.
- Hoy no puedo salir a ver la boda, estoy blanqueando y mira que estalaje tengo.
Estaribé.- Sustantivo.
Llamamos estaribé, a un conjunto de utensilios colocados, unos encima de otros, formando una especie de pirámide tambaleante e insegura. Normalmente con el objetivo de subirse encima y alcanzar algo que está alto.
- Mira, Pepa, si quieres alcanzar esas morcillas de la chimenea, súbete tú al estaribé que me has armao, que yo quiero llegar a vieja.
Estezones.- Sustantivo.
Dar estezones es, para nosotros, refregar con todas nuestras fuerzas, ropa o una superficie con suciedad arraigada difícil de eliminar.
- Estoy más floja que un vendo. Me fui esta mañana temprano al “Pilar de García” a lavar la ropa, que de estos trabajos del campo estaba hecha un asco, y me he pasao el día dando estezones.
Emburricar.- Verbo.
Se empleaba para decir que se emprendía un viaje o un traslado, si se hacía en burro. El medio de transporte de nuestros antepasados era el burro, por ello nuestros paisanos, de entonces, tuvieron que inventar este verbo: emburricar.
- Mira, Carmen, tenemos que ir un día a Guadalcanal, a comprarnos zapatos, antes que se acabe el dinero de la aceituna, así que mañana bien temprano emburricamos y, ale, camino de Andalucía.
Empenicar a alguien o empenicarse: izar a otro o estirarse uno mismo, sobre las puntas de los pies, para alcanzar algo que está más alto de nuestro alcance.
- Ayer mi hijo me se pudo caer por la ventana, yo no creía que alcanzaba pero se empenicó y lo pillé ya encaramao.
Lo usamos para explicarle a alguien como llegar a un lugar desconocido o como hacer algo que no sabe.
- Si no sabes como se hace el pastel, no te preocupes, empieza a batir los huevos que yo te iré endirgando.
- Ayer me preguntaron unas forasteras como llegar a la ermita de la Virgen del Ara, las endirgué lo mejor que pude.
Con este adjetivo queremos decir que alguien está más enfadado de lo normal, furioso y con la cara haciendo vinagre.
- Nunca había visto a mi marío tan enforrunchao como ayer, estuvo to’ el día con un ceño, como si yo tuviese la culpa, los niños decían que si el papa estaba resfriado.
Decimos que alguien está escacío cuando está delgado, desnutrido, con muestras de pasar mucha hambre.
- La mayoría de los niños del Tercer mundo mueren de hambre antes de los seis años, los que siguen adelante están escaciitos, y sin poder hacer nada.
Darse un hartón de reír, quedarse sin resuello y cifrá de tanta risa, reír sin poder contenerse.
- No me digas eso que me escanganillo.
- El otro día con la tormenta de granizos, el suelo estaba mu refalizo y un hombre que bajaba por la calle la fuente resfaló y se calló, al intentar levantarse se volvía a caer, así tres o cuatro veces. Nosotras queríamos ayudarle pero no podíamos porque estábamos escanganillás de risa.
Ir de escusandeo es ir a fisgonear, a meter la nariz allá donde no nos importa casi nada lo que hay que ver, pero por ser tan divertido salir después poniendo las faltas oportunas, nunca nos privamos del placer de ir a escusandear.
- El domingo se casa la hija de la Luciana, mira que la hora, en mitad de la siesta que no apetece, pero iremos a la plaza a verla, total por darle a la pestaña y echar un rato de escusandeo no nos cobran nada.
Decimos que alguien o algo está escaspecío cuando está tan limpio, que resplandece, hasta el punto que es perceptible sin proponérselo, que salta a la vista.
- Decían que la Adri, por casarse tan joven, no sabría llevar una casa, pues mira si la tiene siempre escaspecía, y su niño va al colegio que no hay otro, de escaspecío que lo lleva.
Viene de los haces de bálago, la paja del centeno cortada muy larga que nuestras abuelas y bisabuelas utilizaban para llenar las jergas, que colocaban debajo del colchón de lana en las camas, todo para dormir derechos.
- Hoy tengo mucha tarea, estoy esfalagando los colchones pa’ llenarlos con bálago nuevo.
- Tengo que comprarle a mi marío un sombrero de paja nuevo, el que tiene es del año pasao y está mu’ esfalagao.
Lo usamos para decir que algo o alguien está destornillao, desecho con cada pieza por su lado, sin posibilita de arreglo.
- No sé como voy a coser estos pantalones si tengo la maquina toa esfolillá.
- El tío Paco, que es solterón, va diciendo que se casó tres veces, el pobre es que está to’ esfolillao.
Lo usamos para decir que algún cacharro: jarrón, cántaro o similar están rotos por la boca, también si alguien tiene mellas en los dientes. Sería más lógico decir: esboricao, pero no, que semos asina.
- En cuanto venga el tío de los pucheros me tendré que comprar un cántaro nuevo, pues este desde que se le rompió la boca está que da asco, to' esforicao, pero no se rompe ni a tiros.
Con este adjetivo tratamos de expresar, creo que muy acertadamente, que una prenda de ropa está desgastada por los bordes y le cuelgan los por todas partes.
- Fíjate, Manuela, el Federico desde que se quedó viudo va arrastrando los pantalones, mira como los lleva de esgalichaos. Luego dicen que las mujeres no servimos pa’ na’.
Decimos que estamos esgargaos cuando llegamos hartos de andar o trabajar y estamos muy cansados y con mas hambre que un perro, de los de antes por supuesto.
- Vengo andando de la Jayona, de la ermita de la Virgen del Ara, se me olvidó el bocadillo, y entre la jupa de andar y sin comer... fíjate, que vengo esgargá.
Decimos que alguien va esgarrapao cuando lleva la ropa hecha jirones, desgarros por todas partes, siempre con referencia a la ropa.
- Mi marío, ayer, estuvo talando encinas y me trajo los pantalones y la jaqueta esgarrapaitos, vamos, que me veré negra pa’ poderlos coser.
Empleamos esta palabra para definir el estado en que queda una persona, animal o cosa, que al caer de una altura considerable, al choque con el suelo, queda estrellado y aplastado sobre él.
- Angelita, fíjate que lástima lo que me pasó ayer: el mejor melón que trajo José de la cerquilla, salió roando y se cayó por la ventana del doblao, claro se esguacharró de tal manera que fue pa’ los guarros.
Queremos decir aclarar alguna cuestión en litigio, discutir y exponer razonamientos para deshacer un equívoco.
- Ayer me compré unos zapatos en Llerena, pagué con un billete de 100 € y después de aquí me di cuenta que me dieron la vuelta de 50, así que hoy he tenido que ir a eslatigarlo.
Lo usamos para expresar que alguien está tan flojo, que no tiene fuerzas para sostenerse en pie, como la manga vacía de un vestido o chaqueta.
- Mira, hija, no sé cómo boy a acarrear hoy el agua, con lo lejos que coge la fuente y lo esmanganillá que estoy.
Lo utilizamos cuando alguien va vestido de forma estrambótica, tan desordenada que nos sorprende, mucho más si cojea o anda de forma rara.
- Oye, has visto el estalaje que lleva esa forastera.
- Hoy no puedo salir a ver la boda, estoy blanqueando y mira que estalaje tengo.
Llamamos estaribé, a un conjunto de utensilios colocados, unos encima de otros, formando una especie de pirámide tambaleante e insegura. Normalmente con el objetivo de subirse encima y alcanzar algo que está alto.
- Mira, Pepa, si quieres alcanzar esas morcillas de la chimenea, súbete tú al estaribé que me has armao, que yo quiero llegar a vieja.
Dar estezones es, para nosotros, refregar con todas nuestras fuerzas, ropa o una superficie con suciedad arraigada difícil de eliminar.
- Estoy más floja que un vendo. Me fui esta mañana temprano al “Pilar de García” a lavar la ropa, que de estos trabajos del campo estaba hecha un asco, y me he pasao el día dando estezones.
Se empleaba para decir que se emprendía un viaje o un traslado, si se hacía en burro. El medio de transporte de nuestros antepasados era el burro, por ello nuestros paisanos, de entonces, tuvieron que inventar este verbo: emburricar.
- Mira, Carmen, tenemos que ir un día a Guadalcanal, a comprarnos zapatos, antes que se acabe el dinero de la aceituna, así que mañana bien temprano emburricamos y, ale, camino de Andalucía.
F
Faratabaile.- Sustantivo – adjetivo.
Lo aplicábamos a la persona que con su actitud o valiéndose de cualquier mentira o artimaña, se dedicaba a desbaratar una fiesta, una reunión o un baile. Un faratabaile viene a ser un aguafiestas.
- Oye, Pedro, no vengas tú ahora a meter la pata, no me seas faratabaile.
Filosera.- Sustantivo.
Lo que queríamos expresar con este nombre era, que no nos aguantábamos de sueño. También si alguien iba muy borracho.
- A mi no me mandéis hacer na’después de cenar, porque me entra una filosera que ni veo el camino de la cama.
- Oye, Consuelo, sabes que Facundo, el marío de la Mariana, se gasta to’ lo que gana en vino. Por las noches llega con cada filosera ...
Flojingango.- Sustantivo.
Con esta palabra, tan ocurrente, expresábamos y expresamos, que algo o alguien estaban flojos en demasía.
- Chiquilla, como hace na’ que he pasao la gripe, estoy tan flojinganga que no puedo tirar ni de los zapatos.
- Me paso las noches en vela, porque mi colchón está der to’ flojingango y me clavo los jierros del somier.
Foronía.- Sustantivo.
Una foronía era, para nosotros, algo deshecho, desboronado, casi siempre el pan, los dulces o algo que se desmigaje con facilidad.
- A este niño lo mato, me pide pan y no se lo come, mira que foronía me hace.
Lo aplicábamos a la persona que con su actitud o valiéndose de cualquier mentira o artimaña, se dedicaba a desbaratar una fiesta, una reunión o un baile. Un faratabaile viene a ser un aguafiestas.
- Oye, Pedro, no vengas tú ahora a meter la pata, no me seas faratabaile.
Lo que queríamos expresar con este nombre era, que no nos aguantábamos de sueño. También si alguien iba muy borracho.
- A mi no me mandéis hacer na’después de cenar, porque me entra una filosera que ni veo el camino de la cama.
- Oye, Consuelo, sabes que Facundo, el marío de la Mariana, se gasta to’ lo que gana en vino. Por las noches llega con cada filosera ...
Con esta palabra, tan ocurrente, expresábamos y expresamos, que algo o alguien estaban flojos en demasía.
- Chiquilla, como hace na’ que he pasao la gripe, estoy tan flojinganga que no puedo tirar ni de los zapatos.
- Me paso las noches en vela, porque mi colchón está der to’ flojingango y me clavo los jierros del somier.
Una foronía era, para nosotros, algo deshecho, desboronado, casi siempre el pan, los dulces o algo que se desmigaje con facilidad.
- A este niño lo mato, me pide pan y no se lo come, mira que foronía me hace.
G
Gamón. – Sustantivo.
Llamamos gamón a una repisa que se hacía en la terminación del paño de la chimenea y de la misma obra. En ella se solía poner la loza nueva que no se usaba a diario, también servía de adorno.
- ¿Dónde pondría yo estos vasos, tan bonitos, que no me los rompan los niños? Claro, ya sé, en el gamón, es el mejor sitio, además se lucen.
Gandinga.- Sustantivo.
Con esta palabra queríamos expresar que alguien había conseguido un empleo con muchas ventajas, bien pagado y cómodo, que no requería apenas esfuerzo.
- Mira el vecino que suerte ha tenido; al llegar a Madrid le salió un empleo de portero, le pagan bien y está todo el día sentado, menuda gandinga.
Garear.- Verbo.
Con este verbo decimos que algo garea o rezuma agua o algún líquido. La piel, a través de los poros, puede segregar agüilla en pequeñas gotitas, eso es garear.
- A esta pared hay que reforzarle el encalado, con tanta humedad mira como garea, está llena de perlas de agua.
- Fíjate Manuela, el agua que me suelta esta quemadura, está todo el día gareando.
Garfañá.- Sustantivo.
Decíamos garfañá para explicar que alguien arañaba, con los dedos en forma de garfios y las uñas largas a otra persona, animal o a la tierra.
- Antonio ayer se vio negro para subir aquel terraplén tan repentino, al fin lo consiguió dando garfañás en la yerba.
- Mi hijo vino ayer hecho un cristo de arañazos; me dijo que fue el tuyo que le dio dos garfañás.
Garraspera.- Sustantivo.
La garraspera es, para nosotros, una irritación en la garganta, normalmente por enfriamiento, que es muy molesta y dificulta el hablar y el tragar. Puede ser derivada de carraspera, que se encuentra en algunos diccionarios del castellano.
- Con estos días de frío que llevamos he cogido frío a la garganta y mira, tengo una garraspera, chiquilla, es que no puedo ni gañir.
Gaspalear.- Verbo.
Con gaspalear, queremos decir que andamos con algunas dificultades, pero conseguimos avanzar un poco.
-¡Hola Julián! Te veo muy mejorado de la operación de tu pierna. - Sí, no me puedo quejar, al fin voy gaspaleando.
Gayuyo.- Sustantivo.
Dar un gayuyo quería decir dar a otro/a, un golpe o un apretón en el gañote o pescuezo.
- Mira, idiota, me estás calentando la sangre con tus insultos, si no te vas, te ganarás un gayuyo que no te van a quedar ganas de volver a verme.
Gemencia.- Sustantivo.
Ir con una gemencia, es ir a pedir a alguien un favor aduciendo, para conseguirlo, que tienes un grave problema.
- Oye Juan, no te puedo hacer ese préstamo, no me creo nada de lo que me cuentas, no me vengas con esa gemencia.
Gurugú.- Sustantivo.
El gurugú, es algo imaginario, sin forma, pero que imaginamos muy alto. Lo aplicamos para decir que a alguien se le subió el genio, que se puso furioso.
- Mira, guapa, mientras más te subas al gurugú, más grande darás el porrazo, porque no tienes ni pizca de razón.
Llamamos gamón a una repisa que se hacía en la terminación del paño de la chimenea y de la misma obra. En ella se solía poner la loza nueva que no se usaba a diario, también servía de adorno.
- ¿Dónde pondría yo estos vasos, tan bonitos, que no me los rompan los niños? Claro, ya sé, en el gamón, es el mejor sitio, además se lucen.
Con esta palabra queríamos expresar que alguien había conseguido un empleo con muchas ventajas, bien pagado y cómodo, que no requería apenas esfuerzo.
- Mira el vecino que suerte ha tenido; al llegar a Madrid le salió un empleo de portero, le pagan bien y está todo el día sentado, menuda gandinga.
Con este verbo decimos que algo garea o rezuma agua o algún líquido. La piel, a través de los poros, puede segregar agüilla en pequeñas gotitas, eso es garear.
- A esta pared hay que reforzarle el encalado, con tanta humedad mira como garea, está llena de perlas de agua.
- Fíjate Manuela, el agua que me suelta esta quemadura, está todo el día gareando.
Decíamos garfañá para explicar que alguien arañaba, con los dedos en forma de garfios y las uñas largas a otra persona, animal o a la tierra.
- Antonio ayer se vio negro para subir aquel terraplén tan repentino, al fin lo consiguió dando garfañás en la yerba.
- Mi hijo vino ayer hecho un cristo de arañazos; me dijo que fue el tuyo que le dio dos garfañás.
La garraspera es, para nosotros, una irritación en la garganta, normalmente por enfriamiento, que es muy molesta y dificulta el hablar y el tragar. Puede ser derivada de carraspera, que se encuentra en algunos diccionarios del castellano.
- Con estos días de frío que llevamos he cogido frío a la garganta y mira, tengo una garraspera, chiquilla, es que no puedo ni gañir.
Con gaspalear, queremos decir que andamos con algunas dificultades, pero conseguimos avanzar un poco.
-¡Hola Julián! Te veo muy mejorado de la operación de tu pierna. - Sí, no me puedo quejar, al fin voy gaspaleando.
Dar un gayuyo quería decir dar a otro/a, un golpe o un apretón en el gañote o pescuezo.
- Mira, idiota, me estás calentando la sangre con tus insultos, si no te vas, te ganarás un gayuyo que no te van a quedar ganas de volver a verme.
Ir con una gemencia, es ir a pedir a alguien un favor aduciendo, para conseguirlo, que tienes un grave problema.
- Oye Juan, no te puedo hacer ese préstamo, no me creo nada de lo que me cuentas, no me vengas con esa gemencia.
El gurugú, es algo imaginario, sin forma, pero que imaginamos muy alto. Lo aplicamos para decir que a alguien se le subió el genio, que se puso furioso.
- Mira, guapa, mientras más te subas al gurugú, más grande darás el porrazo, porque no tienes ni pizca de razón.
H
I
J
Jamponaza. – Sustantivo.
También se utiliza para decir que una mujer, sobretodo joven, es alta y entrada en carnes, pero bien proporcionada y vistosa.
- ¿No has visto a la hija de la Josefa? En dos días el cambio que ha dao, yo ni la conocía, tan alta y tan hermosota, bien prepará de tó, en fin que está hecha una jamponaza que da gusto.
Jandorrona. - Sustantivo.
Empleábamos esta palabra para denominar a una mujer si era alta, acompañada en kilos, de movimientos tranquilos y con poco salero.
- Fíjate María, ayer me encontré con esa forastera que vive en el parral; es grandota y maciza y tan tranquilaza, está hecha una buena jandorrona.
Jaragüeyes o Jarabueyes.- Sustantivo.
En nuestro pueblo decimos jaragueyes a una yerba de la familia del ballico y muy parecida a este; es muy corriente en el campo. Se caracteriza por las aristas que tiene en lo que podríamos llamar su espiga, que cuando se secan se desprenden unos fragmentos rasposos que se traban en la piel y son muy molestos, a los animales se le cuelan en las orejas y lo pasan muy mal, así le ocurría a los bueyes, de ahí el nombre: jarabueyes.
Jaramandel.- Sustantivo.
Es una palabra de la que no se conoce su procedencia ni a qué objeto se le aplicaría, pero existió, se escuchaba con frecuencia cuando alguien decía enfadado:
- A ese tío sinvergüenza se la tenía guardá, ayer lo cogí por mi cuenta y lo puse como un jaramandel.
Jarnero.- Sustantivo.
El jarnero era, en nuestro pueblo, un utensilio de las tareas de recolección de trigo, cebada etc. Era como un cedazo, con la tela más clara, para depurar bien el trigo de impurezas. También existía uno pequeñito para cernir lo más puro de la harina. La palabra se solía emplear en plan irónico o crítico, para decir que alguien era muy lento y desgarbado en sus movimientos:
- Hay que ver como anda la Paca, qué jarnero gasta la mujer.
Jartete. – Sustantivo.
Decimos ya estoy jartete, o que ya lo está otra persona o animal, cuando se encuentra satisfecho por haber comido lo suficiente sin llegar a un atracón.
- Esta caldereta está estupenda, no dejaría de comer mientras quedara una presa, pero ya estoy bien jartete y no quiero liarla, a ver si me va a dar un cólico que no pueda comer en un mes.
Jerrete.- Sustantivo.
En nuestro pueblo, y creo que también en los más cercanos, damos el nombre de jerrete a las vainas de las habas cuando son muy pequeñas y tiernas.
- Fíjate, Amalia, como dicen que en abril la jabita en el mandil, ayer fui a coger unas pocas de mi jabá, no me pude traer ninguna porque todavía son jerretes muy pequeños y me dio lastima.
Jevillar.- Verbo.
El hecho de jevillar consistía en perforar el hocico de los cerdos, justo donde tienen la nariz, para insertarle una anilla (jevilla) metálica para que no pudiesen “jozar”.
- Tengo que llamar al que jevilla los guarros porque este me tiene el corral patas arriba.
Jilimoje.- Sustantivo.
Llamamos así a cualquier bebida o comida con mucha mezcla de ingredientes que queda muy líquido.
- Fíjate. Antonia, anoche me puse mala y mi marío hizo las sopas de la cena; las quiso hacer tan buenas que le echó de to’ lo que pilló, le salió un jilimoje que no había manera de tragarlo.
Jincaculo.- Sustantivo.
Usamos esta palabra para expresar que alguien está en un estado de impaciencia que aun sin necesidad le entra gran prisa por hacer lo que tenga en proyecto, o llevar o traer lo que sea.
- Mira, Carmen a esa visita no vamos ahora, que hay cosas más urgentes, iremos mañana, ¿o te ha entrao ya el jincaculo y ni vas a dormir?
Jilibú.- Sustantivo.
En Fuente del Arco siempre se usó esta palabra para definir el estado decaído y desaliñado de una persona que anda de forma desganada con dejadez y desorden.
- Oye, Pepa, te has fijao el jilibú que hace unos días, lleva la Lola, si parece que no puede tirar de los zapatos, y no tiene acción ni pa' peinarse.
Joctugo.- Sustantivo.
Empleábamos esta palabra para denominar una parte minúscula de cualquier materia, algo muy pequeño.
- Mira, María, siento mucho no poder sacarte del apuro, pero es que de eso que me pides no me queda, vamos, ni un joctugo.
Jurguiña.- Sustantivo.
Decimos que una persona es muy jurguiña, si es inquieta y espabilada en el trabajo, también si lo es buscándolo, y así consigue tener siempre un trabajo u otro.
- Hay que ver la Pepita, lo jurguiña que es, ella siempre tiene trabajo, no sé cómo se las ingenia, pero antes de terminar en un sitio ya tiene otro esperándola.
También se utiliza para decir que una mujer, sobretodo joven, es alta y entrada en carnes, pero bien proporcionada y vistosa.
- ¿No has visto a la hija de la Josefa? En dos días el cambio que ha dao, yo ni la conocía, tan alta y tan hermosota, bien prepará de tó, en fin que está hecha una jamponaza que da gusto.
Empleábamos esta palabra para denominar a una mujer si era alta, acompañada en kilos, de movimientos tranquilos y con poco salero.
- Fíjate María, ayer me encontré con esa forastera que vive en el parral; es grandota y maciza y tan tranquilaza, está hecha una buena jandorrona.
En nuestro pueblo decimos jaragueyes a una yerba de la familia del ballico y muy parecida a este; es muy corriente en el campo. Se caracteriza por las aristas que tiene en lo que podríamos llamar su espiga, que cuando se secan se desprenden unos fragmentos rasposos que se traban en la piel y son muy molestos, a los animales se le cuelan en las orejas y lo pasan muy mal, así le ocurría a los bueyes, de ahí el nombre: jarabueyes.
Es una palabra de la que no se conoce su procedencia ni a qué objeto se le aplicaría, pero existió, se escuchaba con frecuencia cuando alguien decía enfadado:
- A ese tío sinvergüenza se la tenía guardá, ayer lo cogí por mi cuenta y lo puse como un jaramandel.
El jarnero era, en nuestro pueblo, un utensilio de las tareas de recolección de trigo, cebada etc. Era como un cedazo, con la tela más clara, para depurar bien el trigo de impurezas. También existía uno pequeñito para cernir lo más puro de la harina. La palabra se solía emplear en plan irónico o crítico, para decir que alguien era muy lento y desgarbado en sus movimientos:
- Hay que ver como anda la Paca, qué jarnero gasta la mujer.
Decimos ya estoy jartete, o que ya lo está otra persona o animal, cuando se encuentra satisfecho por haber comido lo suficiente sin llegar a un atracón.
- Esta caldereta está estupenda, no dejaría de comer mientras quedara una presa, pero ya estoy bien jartete y no quiero liarla, a ver si me va a dar un cólico que no pueda comer en un mes.
En nuestro pueblo, y creo que también en los más cercanos, damos el nombre de jerrete a las vainas de las habas cuando son muy pequeñas y tiernas.
- Fíjate, Amalia, como dicen que en abril la jabita en el mandil, ayer fui a coger unas pocas de mi jabá, no me pude traer ninguna porque todavía son jerretes muy pequeños y me dio lastima.
El hecho de jevillar consistía en perforar el hocico de los cerdos, justo donde tienen la nariz, para insertarle una anilla (jevilla) metálica para que no pudiesen “jozar”.
- Tengo que llamar al que jevilla los guarros porque este me tiene el corral patas arriba.
Llamamos así a cualquier bebida o comida con mucha mezcla de ingredientes que queda muy líquido.
- Fíjate. Antonia, anoche me puse mala y mi marío hizo las sopas de la cena; las quiso hacer tan buenas que le echó de to’ lo que pilló, le salió un jilimoje que no había manera de tragarlo.
Usamos esta palabra para expresar que alguien está en un estado de impaciencia que aun sin necesidad le entra gran prisa por hacer lo que tenga en proyecto, o llevar o traer lo que sea.
- Mira, Carmen a esa visita no vamos ahora, que hay cosas más urgentes, iremos mañana, ¿o te ha entrao ya el jincaculo y ni vas a dormir?
En Fuente del Arco siempre se usó esta palabra para definir el estado decaído y desaliñado de una persona que anda de forma desganada con dejadez y desorden.
- Oye, Pepa, te has fijao el jilibú que hace unos días, lleva la Lola, si parece que no puede tirar de los zapatos, y no tiene acción ni pa' peinarse.
Empleábamos esta palabra para denominar una parte minúscula de cualquier materia, algo muy pequeño.
- Mira, María, siento mucho no poder sacarte del apuro, pero es que de eso que me pides no me queda, vamos, ni un joctugo.
Decimos que una persona es muy jurguiña, si es inquieta y espabilada en el trabajo, también si lo es buscándolo, y así consigue tener siempre un trabajo u otro.
- Hay que ver la Pepita, lo jurguiña que es, ella siempre tiene trabajo, no sé cómo se las ingenia, pero antes de terminar en un sitio ya tiene otro esperándola.
K
L
Larguirongo.- Sustantivo.
Decíamos larguirongo a cualquier hombre o muchacho que fuese más alto de lo corriente; con más motivo si además era un poco desgarbado.
- ¿Has visto al hijo de la Carmen que llegó ayer de la mili? Se fue hecho un mocoso y no veas el larguirongo que viene.
Decíamos larguirongo a cualquier hombre o muchacho que fuese más alto de lo corriente; con más motivo si además era un poco desgarbado.
- ¿Has visto al hijo de la Carmen que llegó ayer de la mili? Se fue hecho un mocoso y no veas el larguirongo que viene.
M
Macarraca.- sustantivo.
Se trataba de una comida muy similar al gazpacho, se diferenciaba en que se hacía rápidamente porque no tenía resobo. Se machacaban los ingredientes sin pan, se añadía el vinagre y se llenaba el dornillo de agua, se echaba el pan en trozos grandes retorcidos con las manos, cuando estaba esponjado se le echaba un buen chorreón de aceite por encima. Éste era el almuerzo habitual para los trabajadores del campo, en la siega y otros trabajos del verano. La macarraca, plato muy refrescante y saludable.
Machuchona.- Sustantivo.
Era nuestra forma de expresar que una mujer era gorda, sin formas, carnes fofas y con andares lentos y pesados.
- Oye, Pepa, te has fijao en la hija de la Manuela, lo machuchona que se ha puesto, con lo arriscá y dispuesta que es su madre, ésta salió a la manta de arriba.
Machungona.- Sustantivo.
Decimos machungona a la niña o mujer que, en ciertos aspectos, tiene comportamientos de hombre, que realiza con facilidad trabajos fuertes y en su aspecto y movimientos denota rasgos varoniles.
- Hay que ver esta niña lo machungona que es, sólo le gusta jugar con los muchachos a la pelota y la villarda.
Mencalá.- Sustantivo.
Para nosotros una mencalá era, y seguirá siendo, algo de poca importancia o muy pequeño, de poco valor.
- Mira Rosa, resulta que estoy en un apuro, se casa la hija de mi mejor amiga y quiero llevarles algo pa’ cuando hagan los dulces, sólo tengo media docena de huevos, ¿tú crees que me puedo presentar con esa mencalá?
Merrengue.- Sustantivo.
En nuestro pueblo, entre mujeres, se usaba esta palabra para referirse a los genitales femeninos.
- Ambrosiaaa, ¿Dónde estás? Oyee, que vengo a traerte la bolsa que me dejaste ayer en la plaza.
- ¿Pero tienes valor de venir expresamente a traérmela? Agárrate el merrengue (o el mierro), querida.
Mininis.- Sustantivo.
Llamábamos mininis al pelo que caía sobre la frente a los niños, la cabeza casi rapada y los mininis peinados hacia delante.
- Mira hijo, cuando vayas a pelarte, dile al barbero que te pele bien, pero que te deje los mininis más larguitos.
Mogón.- Sustantivo.
Para nosotros, tener mogón, es tener ganas de descanso y sueño, estar amogonao, sin ganas de moverse.
- Mira, tengo hoy un mogón que no puedo con el alma, estoy deseando de comer porque me voy a echar una siesta de no te entumas.
Morrina.- Sustantivo.
Esta palabra era la que usábamos para decir que había una epidemia en los animales. Cuando entraba la morrina se morían a montones las gallinas o los conejos.
- Mira que tengo mala pata, ahora que me están poniendo cinco o seis gallinas, les entra la morrina. Ahí están toas acoquinás, no quieren na’ más que agua, los animalitos.
Se trataba de una comida muy similar al gazpacho, se diferenciaba en que se hacía rápidamente porque no tenía resobo. Se machacaban los ingredientes sin pan, se añadía el vinagre y se llenaba el dornillo de agua, se echaba el pan en trozos grandes retorcidos con las manos, cuando estaba esponjado se le echaba un buen chorreón de aceite por encima. Éste era el almuerzo habitual para los trabajadores del campo, en la siega y otros trabajos del verano. La macarraca, plato muy refrescante y saludable.
Era nuestra forma de expresar que una mujer era gorda, sin formas, carnes fofas y con andares lentos y pesados.
- Oye, Pepa, te has fijao en la hija de la Manuela, lo machuchona que se ha puesto, con lo arriscá y dispuesta que es su madre, ésta salió a la manta de arriba.
Decimos machungona a la niña o mujer que, en ciertos aspectos, tiene comportamientos de hombre, que realiza con facilidad trabajos fuertes y en su aspecto y movimientos denota rasgos varoniles.
- Hay que ver esta niña lo machungona que es, sólo le gusta jugar con los muchachos a la pelota y la villarda.
Para nosotros una mencalá era, y seguirá siendo, algo de poca importancia o muy pequeño, de poco valor.
- Mira Rosa, resulta que estoy en un apuro, se casa la hija de mi mejor amiga y quiero llevarles algo pa’ cuando hagan los dulces, sólo tengo media docena de huevos, ¿tú crees que me puedo presentar con esa mencalá?
En nuestro pueblo, entre mujeres, se usaba esta palabra para referirse a los genitales femeninos.
- Ambrosiaaa, ¿Dónde estás? Oyee, que vengo a traerte la bolsa que me dejaste ayer en la plaza.
- ¿Pero tienes valor de venir expresamente a traérmela? Agárrate el merrengue (o el mierro), querida.
Llamábamos mininis al pelo que caía sobre la frente a los niños, la cabeza casi rapada y los mininis peinados hacia delante.
- Mira hijo, cuando vayas a pelarte, dile al barbero que te pele bien, pero que te deje los mininis más larguitos.
Para nosotros, tener mogón, es tener ganas de descanso y sueño, estar amogonao, sin ganas de moverse.
- Mira, tengo hoy un mogón que no puedo con el alma, estoy deseando de comer porque me voy a echar una siesta de no te entumas.
Esta palabra era la que usábamos para decir que había una epidemia en los animales. Cuando entraba la morrina se morían a montones las gallinas o los conejos.
- Mira que tengo mala pata, ahora que me están poniendo cinco o seis gallinas, les entra la morrina. Ahí están toas acoquinás, no quieren na’ más que agua, los animalitos.
N
Ñ
O
P
Palandango.- Sustantivo.
Era nuestra forma de expresar que habíamos cogido un resfriado de aquellos de mocos y estornudos constantes.
- Hay que ver lo mal que me encuentro. Ayer estuvo un día de perros, hacía un aire que cortaba, pero aguantamos en esas umbrías hasta la hora de soltar, así pesqué este buen palandango.
Pandorca.- Sustantivo.
Para nosotros una pandorca, era una mujer, o animal hembra, voluminosa, barrigona y además torpe y lenta en sus movimientos.
- Antonia, fíjate, resulta que tendré que ir andando a la Jayona, porque la burra está preñá y la pobre está ya como una pandorca.
Parchazo.- Sustantivo.
Para nosotros un parchazo, no era un parche enorme, sino llevarse un chasco, o mejor dicho, un fracaso.
- Anda que lo que me pasó el sábado, creí que me habían tocao 5 millones en la lotería, fui tan campante a cobrarlos y resulta que me había equivocao en un numero. ¡Me llevé un parchazo!
Pelindinguera.- Sustantivo.
Decimos que una persona es pelindinguera, cuando lo prueba todo y nada le gusta quedándose muchas veces a medio comer.
- Hay que ver el castigo que tengo con esta niña, que no le gusta na' de lo que hago de comer, mira que me esmero, pero la joía niña nos ha salío tan pelindinguera.
Pelúa.- Sustantivo.
Con la palabra pelúa, no queríamos decir que una persona tuviese mucho pelo (peluda), sino que había caído una gran helada, tanto que parecía que la tierra se hubiese puesto peluca blanca.
- Hay que ver que mala pata. Con la pelua que cayó anoche nos hemos tenío que venir del tajo sin agarrar. Las acitunas están clavás en la tierra.
Peogeñío.- Sustantivo.
Con este nombre se nos ocurría, a nosotros, definir a las personas que tenían una gran facilidad para enfadarse, o que mostraban esa expresión como de enfado constante.
- Oye, Pepa, no te has fijao que el marío de la Lola va siempre con ese ajeró de peogeñío que parece que está siempre enfadao.
Perapán.- Sustantivo.
Este apelativo lo solíamos aplicar a cualquier muchacho u hombre fuertote con ademanes de bruto que, además, hiciese gala de ello.
- Anda que el hijo de la Facunda jace fuerza por ser bruto, va por ahí dando patás y voces a to’ lo que se le pone por delante, está jecho un perapán.
Percancear. –Verbo.
El verbo percancear lo usábamos para decir que habíamos conseguido, por fin algo que estaba escaso o difícil.
- Hija, ayer no puse puchero porque no pude percancear ni un cachillo de tocino pa’ echarle. Gracias a que hoy por fin lo he conseguío.
Pergollos.- Sustantivo.
Se les llamaba pergollos a unos aperos hechos de piel y lona con la forma del cuello de los burros y mulos, que rellenos de paja servían para protegerlos de la presión del yugo cuando araban.
- Voy a curarle a la burra lucera la mataura que se le ha jecho en el pescuezo, to’ por culpa de los pergollos que ya no sirven pa’ na’.
Perpejía.- Sustantivo.
Desde pequeña escuché la palabra perpejía, y siempre dando nombre a una especie de ataque con vómitos producido por comer mucho de algunas hierbas, como el hinojo y otras. Lo que hoy podría ser un ataque de alergia.
- Niño, no comas tantos jinojos ni tantas acederas que te va a dar una perpejía que veras.
Pincuyo.- Sustantivo.
Un pincuyo es o era, para nosotros, un saliente muy pronunciado en cualquier sitio: un trozo de roca que sobresale de las otras o una piedra de una pared. En fin, algo que sobresale mucho.
- Os habéis fijao en la nariz que tiene el tío de los melones, si yo tuviera ese pincuyo en mitad de la cara no saldría de las puertas pa fuera.
Pinforte.- Sustantivo.
El significado de la palabra pinforte es parecido al de pincuyo, solo que se aplicaba en casos de ramas desgarradas de árboles, el trozo que queda pegado al tronco, era un pinforte. También en una tabla partida o un palo si queda un pincho. Y otros muchos casos.
- Ayer se le rompió un palo a mi silla costurera, le quedó una astilla de pinforte pa fuera que mira el esgarrón que me ha hecho en la falda.
Pirriaque.- Sustantivo.
Le llamábamos pirriaque a las bebidas alcohólicas en general, sobretodo al vino y al aguardiente, que eran con las que habitualmente se solían emborrachar los hombres dados a la bebida.
- Oye, Rosario, ¿te has enterao de la que armó anoche el marío de la Castruli? Que vino borracho y se lió a voces y a patás con to' lo que pillaba, se ve que le gusta el pirriaque y empina el codo que no veas.
Pizpenda.- Sustantivo.
Llamábamos pizpenda a personas, sobretodo niñas o mujeres, perspicaces, de carácter alegre, rápidas en dar respuestas oportunas, y muy inquietas e inteligentes.
- Hay que ver esta niña perece un terremoto, no deja títere con cabeza, pero sabe como hacerlo para que no le puedan reñir. ¡Está hecha una pizpenda!
Era nuestra forma de expresar que habíamos cogido un resfriado de aquellos de mocos y estornudos constantes.
- Hay que ver lo mal que me encuentro. Ayer estuvo un día de perros, hacía un aire que cortaba, pero aguantamos en esas umbrías hasta la hora de soltar, así pesqué este buen palandango.
Para nosotros una pandorca, era una mujer, o animal hembra, voluminosa, barrigona y además torpe y lenta en sus movimientos.
- Antonia, fíjate, resulta que tendré que ir andando a la Jayona, porque la burra está preñá y la pobre está ya como una pandorca.
Para nosotros un parchazo, no era un parche enorme, sino llevarse un chasco, o mejor dicho, un fracaso.
- Anda que lo que me pasó el sábado, creí que me habían tocao 5 millones en la lotería, fui tan campante a cobrarlos y resulta que me había equivocao en un numero. ¡Me llevé un parchazo!
Decimos que una persona es pelindinguera, cuando lo prueba todo y nada le gusta quedándose muchas veces a medio comer.
- Hay que ver el castigo que tengo con esta niña, que no le gusta na' de lo que hago de comer, mira que me esmero, pero la joía niña nos ha salío tan pelindinguera.
Con la palabra pelúa, no queríamos decir que una persona tuviese mucho pelo (peluda), sino que había caído una gran helada, tanto que parecía que la tierra se hubiese puesto peluca blanca.
- Hay que ver que mala pata. Con la pelua que cayó anoche nos hemos tenío que venir del tajo sin agarrar. Las acitunas están clavás en la tierra.
Con este nombre se nos ocurría, a nosotros, definir a las personas que tenían una gran facilidad para enfadarse, o que mostraban esa expresión como de enfado constante.
- Oye, Pepa, no te has fijao que el marío de la Lola va siempre con ese ajeró de peogeñío que parece que está siempre enfadao.
Este apelativo lo solíamos aplicar a cualquier muchacho u hombre fuertote con ademanes de bruto que, además, hiciese gala de ello.
- Anda que el hijo de la Facunda jace fuerza por ser bruto, va por ahí dando patás y voces a to’ lo que se le pone por delante, está jecho un perapán.
El verbo percancear lo usábamos para decir que habíamos conseguido, por fin algo que estaba escaso o difícil.
- Hija, ayer no puse puchero porque no pude percancear ni un cachillo de tocino pa’ echarle. Gracias a que hoy por fin lo he conseguío.
Se les llamaba pergollos a unos aperos hechos de piel y lona con la forma del cuello de los burros y mulos, que rellenos de paja servían para protegerlos de la presión del yugo cuando araban.
- Voy a curarle a la burra lucera la mataura que se le ha jecho en el pescuezo, to’ por culpa de los pergollos que ya no sirven pa’ na’.
Desde pequeña escuché la palabra perpejía, y siempre dando nombre a una especie de ataque con vómitos producido por comer mucho de algunas hierbas, como el hinojo y otras. Lo que hoy podría ser un ataque de alergia.
- Niño, no comas tantos jinojos ni tantas acederas que te va a dar una perpejía que veras.
Un pincuyo es o era, para nosotros, un saliente muy pronunciado en cualquier sitio: un trozo de roca que sobresale de las otras o una piedra de una pared. En fin, algo que sobresale mucho.
- Os habéis fijao en la nariz que tiene el tío de los melones, si yo tuviera ese pincuyo en mitad de la cara no saldría de las puertas pa fuera.
El significado de la palabra pinforte es parecido al de pincuyo, solo que se aplicaba en casos de ramas desgarradas de árboles, el trozo que queda pegado al tronco, era un pinforte. También en una tabla partida o un palo si queda un pincho. Y otros muchos casos.
- Ayer se le rompió un palo a mi silla costurera, le quedó una astilla de pinforte pa fuera que mira el esgarrón que me ha hecho en la falda.
Le llamábamos pirriaque a las bebidas alcohólicas en general, sobretodo al vino y al aguardiente, que eran con las que habitualmente se solían emborrachar los hombres dados a la bebida.
- Oye, Rosario, ¿te has enterao de la que armó anoche el marío de la Castruli? Que vino borracho y se lió a voces y a patás con to' lo que pillaba, se ve que le gusta el pirriaque y empina el codo que no veas.
Llamábamos pizpenda a personas, sobretodo niñas o mujeres, perspicaces, de carácter alegre, rápidas en dar respuestas oportunas, y muy inquietas e inteligentes.
- Hay que ver esta niña perece un terremoto, no deja títere con cabeza, pero sabe como hacerlo para que no le puedan reñir. ¡Está hecha una pizpenda!
Q
Queo.- Sustantivo.
A simple vista no parece que esta palabra tenga mucho significado, pero la solemos usar muy a menudo. Estar o no de buen queo, es estar de buen talante, de buen humor.
- Hoy estoy sin un real, no tengo ni pa’l pan, tendré que pedirle a mi suegra, pero a ver si la pillo de buen queo, porque si no …
Quiñones.- Sustantivo.
Muchos paisanos sabrán que existen y como son los quiñones. Es una yerba como de 10-12 centímetros que se cría en las lindes de los campos del pueblo, entre otras yerbas, son de hojas muy verdes y finas, parecidas a las del hinojo. Se comen y tienen un sabor intenso al anís. Se decía que podían emborrachar.
Quiscar.- Verbo.
Con él queremos expresar que algo nos causó algún tipo de reacción, auque no muy perceptible ni violenta.
-Le estuve contando todo lo ocurrido y no parecía afectarle, pero cuando le dije lo de su padre, eso le quiscó bastante.
Quintocoño.- Sustantivo.
Lo decíamos, y creo que se seguirá usando en nuestro pueblo, para explicar, de forma vulgar, que un lugar determinado estaba muy lejos.
- Ayer le dejé mi moto a mi amigo Manolo, se metió por malos caminos, me la eschangó y él se rompió una pierna. Ahora tengo yo que ir allá al quintocoño, a recogerla.
A simple vista no parece que esta palabra tenga mucho significado, pero la solemos usar muy a menudo. Estar o no de buen queo, es estar de buen talante, de buen humor.
- Hoy estoy sin un real, no tengo ni pa’l pan, tendré que pedirle a mi suegra, pero a ver si la pillo de buen queo, porque si no …
Muchos paisanos sabrán que existen y como son los quiñones. Es una yerba como de 10-12 centímetros que se cría en las lindes de los campos del pueblo, entre otras yerbas, son de hojas muy verdes y finas, parecidas a las del hinojo. Se comen y tienen un sabor intenso al anís. Se decía que podían emborrachar.
Con él queremos expresar que algo nos causó algún tipo de reacción, auque no muy perceptible ni violenta.
-Le estuve contando todo lo ocurrido y no parecía afectarle, pero cuando le dije lo de su padre, eso le quiscó bastante.
Lo decíamos, y creo que se seguirá usando en nuestro pueblo, para explicar, de forma vulgar, que un lugar determinado estaba muy lejos.
- Ayer le dejé mi moto a mi amigo Manolo, se metió por malos caminos, me la eschangó y él se rompió una pierna. Ahora tengo yo que ir allá al quintocoño, a recogerla.
R
Ralería.- Sustantivo.
Esta palabra, ralería, se usaba más que nada en los juegos infantiles. Se refería a los engaños o trampas de que muchos niños/as se valían para ganarle a los otros sin el esfuerzo de lo autentico.
- Oye, Fede, con este no juegues que es un ralero, ayer me ganó a mí quince bolis, pero haciendo ralerías to’l rato, y no me los quiere devolver.
Reaños.– Sustantivo.
Esta palabra, reaños, la utilizamos para decir que alguien estaba dotado/a de mucho vigor, y realiza sus trabajos moviendo pesos, si es necesario, con fuerza y facilidad.
- Anda que la hija de la Mariana, de buenas a primeras se ha hecho una mujerona, con unos reaños, que se blanquea una casa en un dos por tres.
Rebimba.– Sustantivo.
Esta palabra tan llamativa, rebimba, entre nosotros los fuentelarqueños, quiere decir irse de juerga, disfrutar de tiempo libre para divertirse en lo que se le antoje.
- Chachoo, ¿Dónde vas tan emperejilao? – Como esta tarde no tengo que trabajar, me voy de rebimba.
Recobero.– Sustantivo.
Le llamábamos recobero a los hombres que venían por los pueblos, con un burro o mula con unas angarillas, comprando huevos, pollos y gallinas y otros productos que pudieran interesar.
- Mira, mujé, hoy que tengo yo que vender mi gallo no viene el recobero. Pues yo creo que se oye por la calle Real el recobero apregonando.
Recocaje.– Sustantivo.
Esta expresión se utilizaba en muchos sentidos. El recocaje era un lugar que tenías cerca, te servía de refugio y recurrías a el en muchas ocasiones, también en las siguientes.
- Ayer me cogió el chaparrón por el camino, menos mal que encontré un buen recocaje en el troncón abierto de una encina.
- Sabes que unos pobres que venían pidiendo dejaron un chiquillo en casa de Amadora. - ¿Y el muchacho quería quedarse? – Claro, encontró buen recocaje.
Reguingar.– Verbo.
El verbo: reguingar, nos ha servido siempre, para mostrar disconformidad en cualquier tema. Como protestar sin gran notoriedad.
- Fíjate, Josefa, mi hijo fue a reclamar a lo del Duque un resto que le debían y le han dicho que no lo vuelven a llamar al trabajo. - Mujer, es una canallada pero, ya sabes, con reguingar y recomerte la sangre no vas a conseguir nada.
Rejusto.– Sustantivo.
Con este nombre, curiosamente, no nos referíamos a una persona muy justa e imparcial, sino que era justo igual de arriba a bajo, cuellicorto y grueso/a y sin formas.
- Antonia, ¿has visto al marío de la Pepa, lo gordo y rejusto que viene del cortijo? Claro allí se dará buenas panzás de puchero con tocino y morcilla que se ha puesto cuadrao.
Remueco.– Sustantivo.
El remueco se refiere a personas o cosas que cojan mucho volumen en redondo.
- Mira, madre, yo no me pongo esta falda porque tiene tanto vuelo que cojo mucho remueco, vamos, que parezco una mesa camilla.
Rengocho.– Sustantivo.
Lo aplicamos a persona o animal que por herida, contusión o cualquier otro motivo anda como de lado, con las piernas a rastras.
- Juan, ¿Dónde vas con esa pinta? Si a penas puedes andar. - Calla, que ayer me caí de un olivo y mira como quedé, to’ rengocho.
Repiar.– Verbo.
Con este verbo se solía expresar, y creo que se sigue usando, que algo o alguien daba muchas vueltas rápidas, sobre sí mismo.
- Mamá, mamá, cómprame un repión, que quiero hacerlo repiar como mis amigos.- Oye, grandullón, deja a los chiquillos de jugar, que sino te voy a dar una guantá que vas a estar repiando dos días.
Repompolluda/do.– Sustantivo.
Se aplicaba, sobretodo a mujeres generalmente gorditas, que se vestían de forma que hacían resaltar más sus curvas.
- Anda, cómo va la hija de la Mariana, con ese vestido que lleva tan restirante, la hace mucho más repompolluda.
Resencio.– Sustantivo.
El resencio, para nosotros es, esa humedad que hay en el ambiente, durante la noche, que no llega a ser rocío y no moja, pero humedece.
- Fíjate, mujé, tendí anoche la ropa pa’ que amaneciera seca, y resulta que con el resencio, está tal como la tendí.
Resestiero.– Sustantivo.
En nuestra tierra es muy corriente decir: resestiero, por tanto como calma el sol en verano, que nos agobia tanto.
- Antonia, mira si hará calor que fui a lavar al Pilar de garcía, me daba el sol de lleno, y después de un rato aguantando aquel resestiero, me tuve que venir tan mala, que por poco no llego a mi casa.
Resobo.– Sustantivo.
Era muy corriente nombrar el resobo, porque es la base primordial de nuestro querido gazpacho.
- Hija, échale un buen tomate y mucho pimiento y pan, que tenga un buen resobo, si no será pan y agua.
Respajilón.– Sustantivo.
Esta expresión se usaba para expresar que algo nos había rozado o raspado, en vez de que nos diese de lleno, un golpe.
- Fíjate, María, lo que ha estado a punto de pasarme: Venía de por agua y al pasar por esa obra me ha caído un ladrillo, menos mal que me cogió de respajilón, que sino, a esta hora, estaría muerta.
Respingueña.– Sustantivo.
También es graciosa, al pronunciarla suena a extremeña: respingueña.
Quiere indicar algo que hace un giro hacia arriba, se emplea sobretodo para calificar a una nariz con punta para arriba.
- Oye, ¿habéis visto el forastero ese, sobrino de Manuela, la nariz que tiene la criatura?, tan respingueña que se puede colgar el bolso y no se le cae ni a la de tres.
Revoleá.– Sustantivo.
Creo que se sigue usando, decimos que hay revoleá, Cuando notamos una alteración del tiempo, aparición de algunas nubes pequeña que anuncian un cambio.
- Pues yo creo que va a llover mu pronto, fíjate que ha salio el Encojuro con el gorro puesto, y la revoleá de nubes que hay, si a mi ya me están doliendo to’ los “guesos”.
Rezumbío.– Sustantivo.
Cuando queremos decir que algo hace un zumbido muy exagerado, le añadimos el (re) y nos queda: rezumbío, quitando también por costumbre, la -d-.
- ¿Pos no que vengo medio sorda? Bajaba del Cerro de Santiago y ha pasao un avión casi rozando las tapias de los corrales y con un rezumbío que me dejó atronaíta.
Esta palabra, ralería, se usaba más que nada en los juegos infantiles. Se refería a los engaños o trampas de que muchos niños/as se valían para ganarle a los otros sin el esfuerzo de lo autentico.
- Oye, Fede, con este no juegues que es un ralero, ayer me ganó a mí quince bolis, pero haciendo ralerías to’l rato, y no me los quiere devolver.
Esta palabra, reaños, la utilizamos para decir que alguien estaba dotado/a de mucho vigor, y realiza sus trabajos moviendo pesos, si es necesario, con fuerza y facilidad.
- Anda que la hija de la Mariana, de buenas a primeras se ha hecho una mujerona, con unos reaños, que se blanquea una casa en un dos por tres.
Esta palabra tan llamativa, rebimba, entre nosotros los fuentelarqueños, quiere decir irse de juerga, disfrutar de tiempo libre para divertirse en lo que se le antoje.
- Chachoo, ¿Dónde vas tan emperejilao? – Como esta tarde no tengo que trabajar, me voy de rebimba.
Le llamábamos recobero a los hombres que venían por los pueblos, con un burro o mula con unas angarillas, comprando huevos, pollos y gallinas y otros productos que pudieran interesar.
- Mira, mujé, hoy que tengo yo que vender mi gallo no viene el recobero. Pues yo creo que se oye por la calle Real el recobero apregonando.
Esta expresión se utilizaba en muchos sentidos. El recocaje era un lugar que tenías cerca, te servía de refugio y recurrías a el en muchas ocasiones, también en las siguientes.
- Ayer me cogió el chaparrón por el camino, menos mal que encontré un buen recocaje en el troncón abierto de una encina.
- Sabes que unos pobres que venían pidiendo dejaron un chiquillo en casa de Amadora. - ¿Y el muchacho quería quedarse? – Claro, encontró buen recocaje.
El verbo: reguingar, nos ha servido siempre, para mostrar disconformidad en cualquier tema. Como protestar sin gran notoriedad.
- Fíjate, Josefa, mi hijo fue a reclamar a lo del Duque un resto que le debían y le han dicho que no lo vuelven a llamar al trabajo. - Mujer, es una canallada pero, ya sabes, con reguingar y recomerte la sangre no vas a conseguir nada.
Con este nombre, curiosamente, no nos referíamos a una persona muy justa e imparcial, sino que era justo igual de arriba a bajo, cuellicorto y grueso/a y sin formas.
- Antonia, ¿has visto al marío de la Pepa, lo gordo y rejusto que viene del cortijo? Claro allí se dará buenas panzás de puchero con tocino y morcilla que se ha puesto cuadrao.
El remueco se refiere a personas o cosas que cojan mucho volumen en redondo.
- Mira, madre, yo no me pongo esta falda porque tiene tanto vuelo que cojo mucho remueco, vamos, que parezco una mesa camilla.
Lo aplicamos a persona o animal que por herida, contusión o cualquier otro motivo anda como de lado, con las piernas a rastras.
- Juan, ¿Dónde vas con esa pinta? Si a penas puedes andar. - Calla, que ayer me caí de un olivo y mira como quedé, to’ rengocho.
Con este verbo se solía expresar, y creo que se sigue usando, que algo o alguien daba muchas vueltas rápidas, sobre sí mismo.
- Mamá, mamá, cómprame un repión, que quiero hacerlo repiar como mis amigos.- Oye, grandullón, deja a los chiquillos de jugar, que sino te voy a dar una guantá que vas a estar repiando dos días.
Se aplicaba, sobretodo a mujeres generalmente gorditas, que se vestían de forma que hacían resaltar más sus curvas.
- Anda, cómo va la hija de la Mariana, con ese vestido que lleva tan restirante, la hace mucho más repompolluda.
El resencio, para nosotros es, esa humedad que hay en el ambiente, durante la noche, que no llega a ser rocío y no moja, pero humedece.
- Fíjate, mujé, tendí anoche la ropa pa’ que amaneciera seca, y resulta que con el resencio, está tal como la tendí.
En nuestra tierra es muy corriente decir: resestiero, por tanto como calma el sol en verano, que nos agobia tanto.
- Antonia, mira si hará calor que fui a lavar al Pilar de garcía, me daba el sol de lleno, y después de un rato aguantando aquel resestiero, me tuve que venir tan mala, que por poco no llego a mi casa.
Era muy corriente nombrar el resobo, porque es la base primordial de nuestro querido gazpacho.
- Hija, échale un buen tomate y mucho pimiento y pan, que tenga un buen resobo, si no será pan y agua.
Esta expresión se usaba para expresar que algo nos había rozado o raspado, en vez de que nos diese de lleno, un golpe.
- Fíjate, María, lo que ha estado a punto de pasarme: Venía de por agua y al pasar por esa obra me ha caído un ladrillo, menos mal que me cogió de respajilón, que sino, a esta hora, estaría muerta.
También es graciosa, al pronunciarla suena a extremeña: respingueña.
Quiere indicar algo que hace un giro hacia arriba, se emplea sobretodo para calificar a una nariz con punta para arriba.
- Oye, ¿habéis visto el forastero ese, sobrino de Manuela, la nariz que tiene la criatura?, tan respingueña que se puede colgar el bolso y no se le cae ni a la de tres.
Creo que se sigue usando, decimos que hay revoleá, Cuando notamos una alteración del tiempo, aparición de algunas nubes pequeña que anuncian un cambio.
- Pues yo creo que va a llover mu pronto, fíjate que ha salio el Encojuro con el gorro puesto, y la revoleá de nubes que hay, si a mi ya me están doliendo to’ los “guesos”.
Cuando queremos decir que algo hace un zumbido muy exagerado, le añadimos el (re) y nos queda: rezumbío, quitando también por costumbre, la -d-.
- ¿Pos no que vengo medio sorda? Bajaba del Cerro de Santiago y ha pasao un avión casi rozando las tapias de los corrales y con un rezumbío que me dejó atronaíta.
S
Salizar.- Verbo.
Salizarse es un verbo que lo empleábamos para expresar que queríamos deshacernos de alguna situación molesta, en la que estábamos por compromiso.
- Fíjate, Antonia, al fin me pude salizar de ir a la boda de la Rosario, la verdad es que me tuve que inventar una mentira, pero no tenía más remedio.
Santurrín.– Sustantivo.
Llamábamos santurrín o santurrines a los dibujos o fotografías de libros, revistas o periódicos.
- Oyeeé, José, te veo mu’ entusiasmao con ese libro, ¿Has aprendío a leer? - No, que va, estoy viendo los santurrines.
Sequerón.– Sustantivo.
Este nombre lo usábamos para definir a alguien que, no siendo delgado, tiene temporadas que lo está en extremo.
- Chacho, Facundo, te veo tan dergao que pareces un enfermo.- Pos estoy bien, lo que pasa es que en los veranos me queo asín de sequerón.
Sobispar.– Verbo.
Se utilizaba para explicar que alguien se estaba poniendo sobre aviso de alguna cuestión que le hubiesen ocultado. Pero casi siempre se aplicaba a los animales.
- Fíjate, Manolo, las cabras están con las orejas pichas, ya medio sobispás. Les da miedo el ruido de los trenes y lo estarán sintiendo bajar por la cuesta del Donadío.
Sogirao.– Sustantivo.
Esta palabra expresaba que una tela, tapete, mantón o algo por el estilo, estaba cortado o rasgado de un pico al opuesto. Siendo un tapete de adorno, largo y estrecho, se colocaba en la mesa en forma transversal cubriendo los dos picos opuestos.
- Mira, Luisa, qué bonita me queda la mesa con el tapete sogirao, parece nueva.
Solapón.– Sustantivo.
En nuestro lenguaje, un solapón/a es un hipócrita o cobarde, en el sentido de que se solapa en un comportamiento aparentemente correcto, pero luego actúa de formas diferentes y al final se llega a saber como es su proceder, es cuando adquiere el calificativo de solapón.
Salizarse es un verbo que lo empleábamos para expresar que queríamos deshacernos de alguna situación molesta, en la que estábamos por compromiso.
- Fíjate, Antonia, al fin me pude salizar de ir a la boda de la Rosario, la verdad es que me tuve que inventar una mentira, pero no tenía más remedio.
Llamábamos santurrín o santurrines a los dibujos o fotografías de libros, revistas o periódicos.
- Oyeeé, José, te veo mu’ entusiasmao con ese libro, ¿Has aprendío a leer? - No, que va, estoy viendo los santurrines.
Este nombre lo usábamos para definir a alguien que, no siendo delgado, tiene temporadas que lo está en extremo.
- Chacho, Facundo, te veo tan dergao que pareces un enfermo.- Pos estoy bien, lo que pasa es que en los veranos me queo asín de sequerón.
Se utilizaba para explicar que alguien se estaba poniendo sobre aviso de alguna cuestión que le hubiesen ocultado. Pero casi siempre se aplicaba a los animales.
- Fíjate, Manolo, las cabras están con las orejas pichas, ya medio sobispás. Les da miedo el ruido de los trenes y lo estarán sintiendo bajar por la cuesta del Donadío.
Esta palabra expresaba que una tela, tapete, mantón o algo por el estilo, estaba cortado o rasgado de un pico al opuesto. Siendo un tapete de adorno, largo y estrecho, se colocaba en la mesa en forma transversal cubriendo los dos picos opuestos.
- Mira, Luisa, qué bonita me queda la mesa con el tapete sogirao, parece nueva.
En nuestro lenguaje, un solapón/a es un hipócrita o cobarde, en el sentido de que se solapa en un comportamiento aparentemente correcto, pero luego actúa de formas diferentes y al final se llega a saber como es su proceder, es cuando adquiere el calificativo de solapón.
T
Taforea.– Sustantivo.
Creo que se seguirá usando en nuestra tierra. Una taforea es pegarle a alguien de forma contundente, con la mano o con cualquier objeto.
- Mira, Manuela, es que de verdad, tengo un sofocón como una plaza de toros, mi hijo que es mas malo que el rejalgar, se puso a jugar con los güevos del niar y me los ha roto tos. En cuanto venga le boy a dar una taforea que se va a acordar toa su vida.
Tocorro.– Sustantivo.
Para nosotros un o unos tocorros, son trozos de leña, pero no de las ramas finas, sino de un cierto grosor y no cortados a propósito.
- ¿Qué estás haciendo Facundo?
- Pos mira que al pasar he visto que han talao estas encinas y han troceao las ramas, y no veas los tocorros que se han quedao por aquí, si lleno el saco ya verás que candela jago esta noche.
Tongón/a.– Sustantivo.
Una persona tongona es, en nuestro vocabulario, alguien de carácter bromista o guasón, pero que no se le nota a simple vista. Luego cuando menos lo esperas te sorprende con sus golpes de humor.
- Oye, Carmen, te diste cuenta como se quedó la Dolores, sí, con lo que le espetó la Lola. Yo me reí de lo lindo, es que esta Lola es una tongona de cuidao.
Torromorrón.– Sustantivo.
Ir a torromorrón, es como explicábamos que alguien no utilizaba la facultad de pensar para desenvolverse en la vida, que vivía sin planificar sus actos y sin darse cuenta de las consecuencias.
- Anda que el marío de la Concha, el despiste que tiene. Anda porque ve de andar, ni sabe lo que le toca hacer mañana ni na’. Él siempre va a torromorrón.
Trafuscarse.– Verbo.
Lo usábamos para decir que alguien había confundido un sitio con otro, se había trafuscado equivocando dos caminos o confundiendo unas fechas.
- Mira que estoy tonta, ayer fui a lavar a los quemaos, como nunca había ido sola, me trafusqué y cogí otro camino, por poco me encajo en Valverde.
Trastujo.– Sustantivo.
Con este ingenioso nombre: trastujo es como llamábamos a un trasto grande que estuviese inservible y estorbase mucho. Porque si hubiésemos dicho trastón queda mucho más feo, ¿no?
Trochón/ona.– Sustantivo.
Una persona trochona, para nosotros, era aquella que andaba de forma rara, como si tuviese las piernas o los pies torcidos, y al andar fuese balanceándose de un lado a otro.
- ¿Has visto lo trochona que va la Francisca? Y encima como se pone esos tacones ...
Creo que se seguirá usando en nuestra tierra. Una taforea es pegarle a alguien de forma contundente, con la mano o con cualquier objeto.
- Mira, Manuela, es que de verdad, tengo un sofocón como una plaza de toros, mi hijo que es mas malo que el rejalgar, se puso a jugar con los güevos del niar y me los ha roto tos. En cuanto venga le boy a dar una taforea que se va a acordar toa su vida.
Para nosotros un o unos tocorros, son trozos de leña, pero no de las ramas finas, sino de un cierto grosor y no cortados a propósito.
- ¿Qué estás haciendo Facundo?
- Pos mira que al pasar he visto que han talao estas encinas y han troceao las ramas, y no veas los tocorros que se han quedao por aquí, si lleno el saco ya verás que candela jago esta noche.
Una persona tongona es, en nuestro vocabulario, alguien de carácter bromista o guasón, pero que no se le nota a simple vista. Luego cuando menos lo esperas te sorprende con sus golpes de humor.
- Oye, Carmen, te diste cuenta como se quedó la Dolores, sí, con lo que le espetó la Lola. Yo me reí de lo lindo, es que esta Lola es una tongona de cuidao.
Ir a torromorrón, es como explicábamos que alguien no utilizaba la facultad de pensar para desenvolverse en la vida, que vivía sin planificar sus actos y sin darse cuenta de las consecuencias.
- Anda que el marío de la Concha, el despiste que tiene. Anda porque ve de andar, ni sabe lo que le toca hacer mañana ni na’. Él siempre va a torromorrón.
Lo usábamos para decir que alguien había confundido un sitio con otro, se había trafuscado equivocando dos caminos o confundiendo unas fechas.
- Mira que estoy tonta, ayer fui a lavar a los quemaos, como nunca había ido sola, me trafusqué y cogí otro camino, por poco me encajo en Valverde.
Con este ingenioso nombre: trastujo es como llamábamos a un trasto grande que estuviese inservible y estorbase mucho. Porque si hubiésemos dicho trastón queda mucho más feo, ¿no?
Una persona trochona, para nosotros, era aquella que andaba de forma rara, como si tuviese las piernas o los pies torcidos, y al andar fuese balanceándose de un lado a otro.
- ¿Has visto lo trochona que va la Francisca? Y encima como se pone esos tacones ...
U
V
Verriondo.– Sustantivo.
Para nosotros la palabra, verriondo/a, significa que cualquier fruta está sin hacer, muy verde y ácida. En el diccionario de la Real Academia, sí aparece esta palabra, pero con un significado muy distinto. Expresa el estado de un cerdo cuando está en celo.
- Oye, Antonio, no cojo hoy los “peros”, porque están tós verriondos.
Vinajeras.– Sustantivo.
Esta palabra, vinajeras, significa entre nosotros, conjunto de cacharros pequeños, vasos y otros que, no necesariamente sean para servir vino.
- Oye, Pepa, a ver si me quitas de la mesa toas esas vinajeras, que me estorban pa’ poner los avíos der gaspacho.
Voquijo.– Sustantivo.
Nosotros con voquijo queremos decir lenguaje, que alguien habla de forma malsonante en su uso diario del idioma, con palabrotas casi siempre innecesarias.
- Anda que la hija de la Francisca, no sé pa’ qué va a la escuela, porque la niña gasta un voquijo peor que un carretero.
Para nosotros la palabra, verriondo/a, significa que cualquier fruta está sin hacer, muy verde y ácida. En el diccionario de la Real Academia, sí aparece esta palabra, pero con un significado muy distinto. Expresa el estado de un cerdo cuando está en celo.
- Oye, Antonio, no cojo hoy los “peros”, porque están tós verriondos.
Esta palabra, vinajeras, significa entre nosotros, conjunto de cacharros pequeños, vasos y otros que, no necesariamente sean para servir vino.
- Oye, Pepa, a ver si me quitas de la mesa toas esas vinajeras, que me estorban pa’ poner los avíos der gaspacho.
Nosotros con voquijo queremos decir lenguaje, que alguien habla de forma malsonante en su uso diario del idioma, con palabrotas casi siempre innecesarias.
- Anda que la hija de la Francisca, no sé pa’ qué va a la escuela, porque la niña gasta un voquijo peor que un carretero.
Y
Z
Zacanera.– Sustantivo.
Con zacanera/o, decimos que alguien está todo el tiempo yendo y viniendo, dando viajes andando, acarreando alguna cosa, fatigándose al máximo.
- Fíjate que gracia, teniendo tú el coche, me tienes a mi hecha una zacanera acarreándolo to’.
Zancajazo.– Sustantivo.
Viene de zancajo, que sí está en el diccionario de la Real Academia. Pero la forma, zancajazo, no está, así que es nuestra y además bastante popular y usada.
- Hijo, cómo se ve que te ha hecho Machaco los zapatos y no te duelen los zancajos, sino no darías esos zancajazos al andar.
Zangarrear.– Verbo.
Nosotros decimos que el zangarreo, o zangarrear, es moverse de un lado a otro dando vueltas sin llegar a caer, así sea persona animal o cosa. Existe en el diccionario de la Real Academia, pero con un significado totalmente diferente, el hecho de zangarrear es, según el diccionario, tocar la guitarra de una determinada forma.
- Creo que para arrancar este olivo hay que ajondar más, ya se zangarrea, pero no es bastante.
Zaguán.- Sustantivo.
Entre nosotros y en muchos pueblos del sur el, zaguán, es la entrada a las casas, lo primero que se pisa al entrar. Un pasillo ancho al que dan dos puertas, normalmente de sendas habitaciones.
- Oye, Facunda, vente a mi casa esta tarde, que nos vamos a juntar unas pocas en mi zaguán, pa’ abrir la lana del corchón de mi sobrina. Como se va a casar el 15.
Zajumerio.– Sustantivo.
No sé si la juventud de hoy sabe qué es el zajumerio. Si es así me alegro de ponerlo aquí para que se conozca o se recuerde. Se hacía, sobretodo, en las juegas de las matanzas. Se trataba de poner en una lata de sardinas unas buenas brasas de la candela, echarle guindillas picantes, las fundas de las pezuñas del cerdo que se había matado y los pelos del rabo, cabezas de ajo y un puñado de pelos de burro o cabra. Todo ahí requemándose echaba un humo que apestaba. Con mucho sigilo se ponía en el zaguán de la persona elegida para la broma, y al momento salían todos los de la casa tosiendo, maldiciendo medio mareados, sin atreverse a arrimarse al cacharro para tirarlo. Los de la matanza, que estaban escondidos, se mondaban de risa.
Con zacanera/o, decimos que alguien está todo el tiempo yendo y viniendo, dando viajes andando, acarreando alguna cosa, fatigándose al máximo.
- Fíjate que gracia, teniendo tú el coche, me tienes a mi hecha una zacanera acarreándolo to’.
Viene de zancajo, que sí está en el diccionario de la Real Academia. Pero la forma, zancajazo, no está, así que es nuestra y además bastante popular y usada.
- Hijo, cómo se ve que te ha hecho Machaco los zapatos y no te duelen los zancajos, sino no darías esos zancajazos al andar.
Nosotros decimos que el zangarreo, o zangarrear, es moverse de un lado a otro dando vueltas sin llegar a caer, así sea persona animal o cosa. Existe en el diccionario de la Real Academia, pero con un significado totalmente diferente, el hecho de zangarrear es, según el diccionario, tocar la guitarra de una determinada forma.
- Creo que para arrancar este olivo hay que ajondar más, ya se zangarrea, pero no es bastante.
Entre nosotros y en muchos pueblos del sur el, zaguán, es la entrada a las casas, lo primero que se pisa al entrar. Un pasillo ancho al que dan dos puertas, normalmente de sendas habitaciones.
- Oye, Facunda, vente a mi casa esta tarde, que nos vamos a juntar unas pocas en mi zaguán, pa’ abrir la lana del corchón de mi sobrina. Como se va a casar el 15.
No sé si la juventud de hoy sabe qué es el zajumerio. Si es así me alegro de ponerlo aquí para que se conozca o se recuerde. Se hacía, sobretodo, en las juegas de las matanzas. Se trataba de poner en una lata de sardinas unas buenas brasas de la candela, echarle guindillas picantes, las fundas de las pezuñas del cerdo que se había matado y los pelos del rabo, cabezas de ajo y un puñado de pelos de burro o cabra. Todo ahí requemándose echaba un humo que apestaba. Con mucho sigilo se ponía en el zaguán de la persona elegida para la broma, y al momento salían todos los de la casa tosiendo, maldiciendo medio mareados, sin atreverse a arrimarse al cacharro para tirarlo. Los de la matanza, que estaban escondidos, se mondaban de risa.
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